Cada que festeja un gol, (Madrid, 9 de mayo de 1990) levanta los brazos hacia el cielo, pero no se trata de una celebración genérica o del típico agradecimiento a Dios. Lo de ella tiene una dedicatoria especial.

La nueva futbolista del Pachuca, club que reventó el mercado de fichajes con la contratación de la máxima goleadora en la historia de la selección española (42 tantos), agradece a su abuela , quien falleció hace un lustro.

Criada en el madrileño barrio de Carabanchel, Jennifer es una chica que tiene tres pasiones: el futbol, su familia y los tatuajes.

Es por eso que su cuerpo ha mutado en lienzo, aunque hay una parte favorita: la pantorrilla izquierda, en la que lleva una copia fiel de un mensaje de su abuela, caligrafía y faltas ortográficas incluidas. También se tatuó las iniciales de sus abuelos.

Porque fueron una influencia para la segunda mejor jugadora del mundo, así lo dice la más reciente votación para el

Su abuelo fue portero del Atlético de Madrid y siempre quiso que ella fuera futbolista. Le cumplió el sueño y le obsequió varios momentos gloriosos, aunque lamentablemente ya no los atesora en la memoria. Le fue detectado Alzheimer poco antes de que su esposa falleciera. De alguna forma, Jennifer lo agradece, porque no dimensionó lo que significó perder a su compañera de vida, mucho menos le dolió.

Multicampeona en la Liga española con el Rayo Vallecano, el Atleti y sobre todo el Barcelona, también se adjudicó una Champions con el club catalán.

Jugó en Suecia y Francia. Ahora lo hará en México, donde espera anotar muchos goles y dedicárselos a ese ángel que tiene en el cielo.

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