Una visita al presidente Andrés Manuel López Obrador a Palacio Nacional, el lanzamiento de la primera bola en Dodger Stadium, entrevistas en programas nacionales en Estados Unidos y un desfile por las calles de la ciudad donde creció en California, pertenecen al álbum de recuerdos de , quien este año no sólo sacudió al boxeo con una de las sorpresas más grandes del deporte, sino también alteró el orden de su vida.

El primer campeón mexicano en la historia de los pesos pesados encara esta tarde un desafío en un palacio árabe para saber si es parte de la realeza del boxeo o su triunfo de hace seis meses fue un one hit wonder.

enfrenta en Riad, Arabia Saudita, al británico Anthony Joshua en pelea de revancha por los cinturones de la AMB, OMB y FIB, que le arrebató el 1 de junio bajo las luces de Nueva York. En está mantener el brillo de la estrella que encendió el 1 de junio al demostrar que los gordos también son superheroes.

No tiene la anatomía de alguien que —en teoría— no podría ser superior a sus rivales, esculpidos en gimnasios. Como sucedió en junio, las apuestas y probabilidades de triunfo no están con el mexicano, sino con Joshua , aunque con momios muy diferentes. El 25 a 1 con el que varios pudieron hacerse ricos al pronosticar un tiunfo de , cambió por un 3 a 1. El “gordito mexicano” mantiene la sonrisa, sabiendo que es un destructor de reyes.

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