Finales de los años 70 en el sur de California. María, quien emigró de la Ciudad de México urgida por una actividad que aportara más de un pan a la mesa. Sus ganas son muchas y la necesidad más, por lo que no se limita a buscar empleo en alguna página de los clasificados del periódico. Estudió magisterio y parte de psicología en la UNAM, pero no se avergüenza si hay que atarse el mandil para servir.

Tiene algunos años viviendo en Estados Unidos luego de convertirse en la señora Hartmark. El apellido Rivera lo borró de sus documentos oficiales, sin embargo, su origen trabajador no. Por medio de un conocido ingresa a un sindicato de meseros y camareros. En ese momento no lo sabía, pero fue el comienzo de su aventura en la industria del entretenimiento que hoy la mantiene mediante el beisbol al ser parte de la familia de los Dodgers de Los Ángeles.

“Por medio de mi hermano conozco a una persona que me ingresa al sindicato de bartenders y me mandan a trabajar a una fiesta muy importante del canal ABC. Me gustó mucho el ambiente, conocer a gente famosa, pero lo que más me gustó fue el dinero. El dinero es por lo que estamos casi todos los mexicanos [aquí]”.

De aquella celebración de televisión, María recuerda haber conocido a Elizabeth Taylor, Anthony Quinn, entre otros. Por su forma de dirigirse y atender a los invitados, la tapatía fue seleccionada para laborar en los cocteles de los Grammy, Golden Glove, Oscar y cenas importantes a las que acudieron Jimmy Carter y Ronald Reagan, presidentes de Estados Unidos.

En 1990, María fue contratada por los Dodgers. La materia de hospitalidad ya la tenía dominada con los 15 años de experiencia en el servicio. Tal vez no era una experta en beisbol, pero el deporte no era desconocido para ella al vivir gran parte de su niñez en Chignahuapan, Puebla, que es tierra del Rey de los Deportes.

“Crecí en un pueblo que es amante de beisbol. Nací en Jalisco, pero mi papá era poblano y nos llevó a vivir para allá, donde no existe otro deporte que no sea el beisbol. Todos los hombres jugaban desde niños hasta adultos. El deporte se te queda por gusto y tradición.

Los Dodgers tenían dos años de ser campeones cuando María Hartmark entró a la organización y sólo pudo disfrutar a Fernando Valenzuela en su última temporada con la franela californiana, pero eso no impide que el Toro la salude siempre con un abrazo. Con 27 años en los Dodgers, María, como todos los peloteros del equipo está en su primera Serie Mundial que disfruta, aunque no pueda ver los juegos por su trabajo.

“Cuando escucho que las personas gritan y aplauden me emociono, significa que los Dodgers hicieron algo bien y yo también lo celebro”.

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