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edgar.luna@eluniversal.com.mx
Dicen que Colombia comenzó a ser eliminado de la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, cuando en las eliminatorias de Conmebol goleó a Argentina 5-0 en el Monumental de River Plate.
El grupo perdió el piso, perdió la humildad, dicen que llegaron a tierras estadounidenses, sintiéndose los campeones del mundo.
Craso error, error que derivó muchas consecuencias, que costó una vida.
Primer juego contra Rumania, todos daban por descontado que el equipo de Carlos Valderrama, Leonel Álvarez, Freddy Rincón y Faustino Asprilla, ganaría fácilmente... No, marcador final: 1-3 a favor del equipo rumano.
Segundo partido, y es en contra de Estados Unidos. Al minuto 33 viene una jugada normal, que terminó en tragedia. Thomas Dooley, lateral izquierdo centra el balón, no encontrará a ningún estadounidense, pero sí la pierna del defensor central, Andrés Escobar, que lo metió en su propia puerta. Estados Unidos 2-1 Colombia.
Andresito le decían.
Andrés tenía 27 años. Jugaba en el Atlético Nacional. Estaba comprometido con una bella odontóloga, tenía pensado casarse cinco meses antes de esa fatídica noche.
Esa noche, Andrés y sus amigos estaban en un restaurante en las afueras de su ciudad, cuando fue insultado por los hermanos Pedro Gallón Henao y Juan Gallón Henao, vinculados al narcotráfico y las apuestas, echándole en cara aquel autogol de aquel juego.
Andresito pidió calma, pidió respeto, pero subió el tono de su voz.
“Usted no sabe con quiénes se está metiendo”, le dijeron.
Humberto Muñoz, chofer de los Gallón bajó de la camioneta de los hermanos y con sangre fría descargó seis disparos sobre el futbolista, que había pedido vacaciones porque se sentía muy presionado por todo lo que sucedido. Dicen que fue cuestión de apuestas, la realidad es que Andrés Escobar murió.
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