Han pasado poco más de tres meses desde la más reciente ocasión que mandó el esférico al fondo de alguna portería en un duelo oficial o amistoso en forma, genuina eternidad para cualquier delantero, mas Oribe Peralta se mantiene ecuánime. Con 34 años y tres lustros como profesional, ha aprendido lo peor que puede sucederle a un delantgero: sucumbir ante la desesperación.

Eso explica la tranquilidad irradiada por los ojos del lagunero más lagunero. A final de cuentas, es el hombre que suele subir su nombre a la marquesina en los partidos más importantes. Para muestra, su más reciente rúbrica en el Clásico de clásicos, buena para darle al América un punto (1-1).

“Sé que no he anotado tantos goles, pero he ayudado al equipo y siempre me entrego”, expone. “Si anotas en el Mundial, nadie se va a acordar del tiempo en el que no lo hiciste; así es esto”.

Y conoce perfectamente el camino a la gloria. Anotó los tantos que dieron al Tricolor aquella histórica presea áurea en los Juegos Olímpicos Londres 2012 y otro tanto suyo sirvió para imponerse a Camerún (1-0) en el debut en Brasil 2014.

Sí, de las alternativas para el entrenador colombiano es la única que no milita en un club del viejo continente, lo cual suele restar algunos puntos ante las pupilas de quien decide las alineaciones, pero no se intimida. Está consciente de que su hoja curricular también puede pesar en el momento de elegir al cuadro titular, además de —claro está— lo mostrado en las prácticas.

“En una Selección, no importa el país en el que juegues”, sentencia el delantero de las Águilas. “A final de cuentas, estás representando a un país y, con las cualidades que tienes, es hacerlo de la mejor forma”.

“Creo que todos estamos trabajando por un bien común: que el equipo se vea muy parejo y compacto, así es que todos jalamos para el mismo lado y tenemos la misma ilusión: estar en la Copa del Mundo y ser campeones, porque así pensamos”.

Afronta su segundo Mundial con un rol distinto. Hace cuatro años era el ariete estelar para Miguel Herrera, aunque confiesa que el reto es el mismo: compromiso.

“Siempre es una responsabilidad muy grande representar a tu país en un Mundial”, considera. “Tengo la misma responsabilidad que hace cuatro años y debo poner el mismo esfuerzo que hace cuatro años. Me veo en el Mundial, jugando”.

Con la experiencia como arma secreta, porque puede aconsejar a varios de sus compañeros. Algunos pertenecen a clubes europeos, aunque su bagaje es menor con relación al de Peralta.

Lo que explica que, de entrada, no se anime a desdeñar a Corea del Sur y Suecia, sin importar que el linaje de Alemania lo hagan el rival más complicado del sector F.

“[Son equipos] complicados. Los rivales siempre son así, independientemente del grupo que te toque, porque todos están ahí con un objetivo, que es ganar la Copa del Mundo”, recuerda. “Estamos bien, enfocándonos en lo que se tiene que trabajar para llegar bien al primer partido, el más importante”.

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