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A las 10:29 del martes 23 de junio de 2020, en el Hospital General Regional 220 del IMSS Toluca , nueve enfermeras tomaron una decisión sin pensarlo dos veces: quedarse en el cuarto piso con pacientes de Covid-19 , en medio de un sismo de 7.5 grados que sacudió al sur y centro del país.
En medio de jaloneos, algunas de las enfermeras se reunieron y trataban de tranquilizarse, otras permanecieron cerca de los pacientes más graves para tranquilizarlos, ellos no evacuaron y ellas tampoco.
“Inicialmente, no lo percibimos mucho (el movimiento) porque es usual que al usar el equipo de protección sintamos dolor de cabeza y mareo. Pero algunas compañeras nos comenzaron a alertar que, en efecto, estaba temblando.
“No nos dio tiempo de pensar en quien bajaba o no, solo vimos la situación, nos apoyamos y tranquilizamos antes de salir corriendo. Cuando nos dimos cuenta, había pasado todo”, cuenta Mariana Morales, una de las enfermeras, a EL UNIVERSAL .
Cuando terminó el sismo, todas comenzaron a revisar a sus pacientes, la mayoría de ellos graves. Se cercioraron de que ninguno presentara complicaciones y hasta les hacían bromas para que se mantuvieran en calma.
“Los pacientes escucharon y percibieron la situación. Una vez pasado el movimiento pasábamos a sus cuartos y camas para preguntarles cómo estaban. A veces yo los bromeaba para pasar el susto, de que queríamos bolillos para el susto, que parecía que estabamos surfeando por cómo se movía el edificio”, relata Mariana.
Una vez que revisaron a sus pacientes, tres de ellas se asomaron a la ventana para ver la situación en la calle. Al verlas, el personal del hospital que salió del edificio y peatones de la zona comenzaron a aplaudirles y a saludarlas. Hubo quien les tomó una fotografía y a unas horas del sismo, se volvieron virales en redes sociales.
“Los jefes de piso nos dieron la opción de que, si queríamos o necesitábamos salir, lo hiciéramos. Sin comentarlo, decidimos quedarnos. No podíamos dejar solos a nuestros pacientes”, asegura.
Mariana recuerda con más calma los minutos posteriores al temblor, cuando todo el demás personal volvió a las instalaciones y hacían bromas, se reían de quienes gritaron con espanto y recordaron con emoción los aplausos de la gente desde abajo.
La jefa de enfermeras se quedó con ellas arriba y, al final del turno, les pidió bolillos y refresos para que pasaran un rato alejadas del susto y de la batalla diaria para vencer al coronavirus. “La verdad es que el personal de turno matutino del cuarto piso somos un buen equipo”, confiesa Mariana.
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