El periodista Miguel López Azuara es claro y dice que le basta con oír las quejas que se emiten desde Palacio Nacional para comprobar que en México sí hay libertad de expresión. Advierte que el presidente Andrés Manuel López Obrador sí ha sido el más “criticado”, pero no el más “atacado” de la historia, y también el más defendido.

“La voz del Presidente es muy poderosa, para bien y para mal. Por eso ha de medir muy bien sus palabras. Tener el mando no significa tener la razón”, advierte.

Considera que los medios de comunicación en general respetan su investidura, pero son exigentes con su desempeño político, con formas poco ortodoxas y expresiones altisonantes.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el periodista sostiene que la mejor manera de mantener la libertad de expresión es ejerciéndola, pues dice que los derechos no se conquistan de una vez y para siempre, pues si no se usan languidecen y se extinguen.

López Azuara tiene 65 años de experiencia y ha sido colaborador de Excélsior, La Jornada, EL UNIVERSAL y Proceso, además de director de Notimex y director de información de la Presidencia en la administración de Carlos Salinas de Gortari.

A partir de esa experiencia, afirma que en México se amenaza a todos, no sólo la libertad de expresión, y ejemplifica: cuando hay acciones de gobierno que no se pueden tomar sin autorización presidencial, contra Nexos, o cuando se hostiga y hostiliza a ciudadanos que rinden contribuciones eminentes a la nación, como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, o a periódicos y periodistas como EL UNIVERSAL y Reforma o Carlos Loret y Ricardo Alemán, quienes tienen una tarea que cumplir para la sociedad, “nos guste o no”.

Al preguntarle qué opina de las conferencias del Presidente de la República, responde que las mañaneras son una buena idea echada a perder con la saturación de minucias de parte de funcionarios de tercer nivel, y ejemplifica: “¿A quién le interesa que el precio más bajo de la gasolina esté hoy en Tabasco? ¿Vamos a ir hasta allá a llenar el tanque?”.

¿Cómo se encuentra la libertad de expresión ahora?

—La mejor manera que conozco de mantener la libertad de expresión es ejerciéndola. Los derechos no se conquistan de una vez y para siempre; si no se usan languidecen y se extinguen. Y el derecho de opinar te obliga a respetar al que disiente contigo. Todos los esfuerzos para limitar o cancelar la libertad de expresión ocurridos en nuestro tiempo han tenido sólo éxitos parciales o temporales y contraproducentes. Viví desde dentro el golpe contra Excélsior, en 1976, provocado con una subversión interna alentada desde los más altos niveles del poder político. Salimos del diario sin nada, pero cuatro meses después editamos el primer número de la revista Proceso, que se acerca al medio siglo; Manuel Becerra Acosta, periodista excepcional, y otros compañeros publicaron Unomásuno al año siguiente, y los notables intelectuales que colaboraban en la revista Plural crearon la revista Vuelta, con Octavio Paz a la cabeza. Todos estos medios, superiores en todo y más libres de lo que había podido ser Excélsior como pionero. Estos medios surgieron porque una buena parte de la comunidad nacional reaccionó contra una agresión escandalosa a la libertad de expresión. Protestó y con hechos y acciones apoyó de diversos modos la recuperación con creces del medio perdido. Esta fue la gran lección de ese episodio.

¿Hay libertad de expresión en la administración de López Obrador?

—Hoy me siento satisfactoriamente informado y me basta oír las quejas que se emiten desde el Palacio Nacional para comprobar que en México sí hay libertad de expresión y que el Presidente sí ha sido el más criticado, no atacado, de la historia, en términos de audiencia, pero también ha sido el más defendido, sencillamente porque ahora las noticias y las opiniones las vemos y escuchamos en vivo en miles de pantallas de televisión y radio, periódicos, revistas y redes sociales.

¿Está amenazada la libertad de expresión?

—En México estamos amenazados todos, no sólo la libertad de expresión, que lo está cuando hay acciones de gobierno que no se pueden tomar sin autorización presidencial, contra Nexos, por ejemplo; cuando se hostiga y hostiliza a ciudadanos que rinden contribuciones eminentes a la nación, como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, o a periódicos y periodistas como EL UNIVERSAL y Reforma, Carlos Loret y Ricardo Alemán, que cumplen una tarea esencial para la sociedad, nos guste o no nos guste.

Estamos amenazados todos cuando hay 80 asesinatos diarios y la justicia deja en la impunidad más de 90% de los casos que pasan por sus manos, porque de otros ni sabemos.

¿Coincide en que López Obrador es el Presidente más atacado de la historia?

—Discrepar no es atacar, es contribuir con la intención de mejorar el quehacer político, es parlamentar. Hay millones de testigos, escuchas y lectores unidos en la búsqueda de la prosperidad nacional, pero con diferencia de matices o de fondos. Esto, que puede escocer a algunos, es indispensable para la democracia tan pregonada y dispareja. También muchos concuerdan con el Presidente y lo demuestran embistiendo pronto y con rudeza a sus críticos, con la ventaja de disponer de las variadas presiones del poder. Requerimos nobleza.

Desde su perspectiva, ¿qué pasa en las conferencias mañaneras?

—Las mañaneras son una buena idea echada a perder con la saturación de minucias de parte de funcionarios de tercer nivel. ¿A quién le interesa que el precio más bajo de la gasolina esté hoy en Tabasco? ¿Vamos a conducir hasta allá para llenar el tanque? Al que nos interesa oír es al Presidente. Los participantes que leen las preguntas recibidas en su celular con el mismo estilo de denuncias que exponen y juzgan son en su mayoría representantes de sus propios sitios de internet que comienzan a llegar desde las cinco de la mañana, según el señor Carlos Pozo, para ocupar su silla de primera fila. Celo igual en el cumplimiento de su deber sólo lo había visto en la Marina y el Ejército. Mis respetos si así es.

El formato necesita reflejar autenticidad y los temas corresponder más a lo que más importa a la gente. No es posible que cuando se habla de la pandemia el tema presidencial sea el beisbol; gran deporte, pero en el parque, no allí.

Y las preguntas deben ser preguntas, como dirían en Güemes, no discursos ni actas de consignación judicial, y limitarse a dos minutos. Son más largas que las respuestas. Porque en sesiones de casi tres horas el Presidente se la pasa de pie viendo absorto presentaciones de Power Point, como escolar en clases a distancia.

¿Hay polarización actualmente?, ¿cree que el Presidente está dividiendo a los mexicanos?

—Cuando las posiciones se radicalizan la consecuencia es la polarización. Todos los que así debaten aportan algo a este fenómeno, principalmente desde el poder. La voz del Presidente es muy poderosa, para bien y para mal. Por eso ha de medir muy bien sus palabras. Luego de subir el tono de voz siguen los golpes. Tener el mando no significa tener la razón, y es muy necesario que el Congreso cumpla su función como espacio para discutir con reglas los temas en pugna para encontrar los acuerdos en lo fundamental y avanzar hacia adelante en la medida de lo posible. ¿Por qué no probar ahora con la concordia? El primer tercio ya se acabó. Es buena la oportunidad de jalar juntos, dando a cada quien lo suyo.

¿Cómo ve la relación de López Obrador con los medios?

—Observo que los medios en general tienen respeto a su investidura, pero son exigentes con su desempeño político porque él había ofrecido mucho y al corto plazo de un año: estamos por cumplir dos. Alarma escuchar frecuentemente reacciones ásperas, rabietas parecidas a lo que estamos viendo en otras partes del mundo, muy cercanas, para intimidar, imponerse y demostrar quién es el que manda aquí. No todos los medios pueden ajustarse a lo que él quisiera, porque perderían la confianza de su público. Es imposible que el comportamiento de uno satisfaga al otro en todo y siempre. Empezar a entender esta realidad puede contribuir al logro de una convivencia útil para las dos partes, pero sobre todo para el país. También hay que distinguir a los medios de las redes sociales, más proclives al libertinaje.

En este 2020 han asesinado a por lo menos ocho periodistas, ¿qué le dice esto?

—Con ocho periodistas asesinados en los dos primeros años de este gobierno, señalar a algunos como los que disgustan es ponerles una playera con una diana impresa. Enfrentamos dos pandemias: la del coronavirus, que hasta en las cuentas oficiales ya rebasó en México las 100 mil muertes, y la pandemia de la discordia, que es peor y va históricamente de liberales y conservadores, revolucionarios y reaccionarios, a morenos 4T puros y los demás.

¿Considera que AMLO abusa de su poder?

—Visiblemente, López Obrador tiende a concentrar el poder y el resultado es que posee una mayor capacidad para conseguir que los otros componentes de la administración pública actúen de acuerdo con sus pretensiones.

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