El fin de semana, en el Congreso de Tlaxcala, el licenciado en brincos y sombrerazos Gerardo Fernández Noroña exhibió su misoginia. Sin pruebas, acusó a la diputada panista Adriana Dávila de estar involucrada en la trata de personas y pidió “elementos para ponerle una ch... la próxima vez que abra la boca”. Después reconoció su “error”, pero no se disculpó, y Dávila presentó una queja ante el Comité de Ética.
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