María “U” decidió abortar porque sabía que era muy joven para tener un bebé. Había olvidado tomarse las pastillas anticonceptivas. “Fue un descuido. No las tomé y creí que todo estaba bien, fue parte de mi inmadurez”, relató a EL UNIVERSAL.

La joven argentina estaba estudiando la secundaria cuando decidió ir al consultorio de un médico para realizarse el legrado clandestino. La acompañaron su tía y su novio, los únicos que tuvieron entonces conocimiento del aborto, pues su madre no estaba de acuerdo y no quería verse involucrada.

Tras el rechazo del Senado de su país a la legalización del aborto, la mujer, quien prefirió no dar su nombre real, cedió a este diario una carta que escribió hace unos días para sus hermanos, quienes no sabían sobre lo ocurrido. Este es el texto íntegro:

“Es mayo. Hace frío y tengo 16 años. Conseguimos el dinero para hacerme ‘eso’ [un aborto], eso que tanto me avergüenza, que tanto miedo me da… Quizá por mi edad, por los prejuicios, por morir, por la vida que no quiero tener. Llego al lugar. Es una casa abandonada, donde hay una camilla oxidada. Me espera el médico, me explica el proceso, se me nubla la vista y me desmayo. Despierto en brazos de mi tía, siempre tan incondicional, me acompaña mi pareja… Espero mi recuperación y entro al ‘quirófano’. Tiemblo como un papel, a tal grado que no es posible que el médico se acerque a mí.

Lloro, no porque me sienta arrepentida, sino por el temor que me invade, el temor a morir, a que se compliquen las cosas, a que el material no esté esterilizado, a ir presa, a que todo salga mal. El médico termina e inmediatamente me muestra lo que salió de mí. Rompo en llanto y empiezo a gritarle, me levanto, mareada, y me cambio. Entra mi tía, discute con el médico, mi pareja le da el dinero.

Regreso a casa de mi tía, [que es] una especie de búnker. Sábanas limpias, luz de sol, me desangro, me duermo… Despierto por las caricias de mi tía, lloro, la abrazo, me duermo...Vuelvo a despertarme por el olor a pan casero; pasaron 24 horas, la pesadilla terminó. Bajo y desayuno, pienso: no me siento arrepentida, pero sí avergonzada. A casi 20 años de silencio, hoy decido hablar, contarlo; hoy camino tranquila, no estoy sola, afuera me espera una marea verde que me abraza, me contiene, me cuida. Yo aborté”.

Según el Ministerio de Salud, en Argentina se practican 354 mil 627 abortos clandestinos al año, es decir, 41 cada hora. Miles de las mujeres que se realizan este procedimiento terminan hospitalizadas por complicaciones posteriores.

El mismo organismo señala que la primera causa de muerte materna en el país, desde hace 30 años, es el aborto clandestino y se estima que unas 80 mujeres mueren cada año por esa razón en el país sudamericano. Tras la negativa del Senado para aprobar su legalización, sectores feministas apoyados por algunos legisladores buscan promover un referéndum para impulsar una nueva iniciativa legislativa en 2019. Pero la posibilidad de que se discuta en el Congreso es poca, pues en octubre de ese año hay elecciones presidenciales.

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