Hace unos días, el presidente de Estados Unidos Donald Trump llegó a Texas con mucho optimismo y pavoneo en su primera visita para conocer de primera mano los daños de Harvey . Esta vez tiene la oportunidad de regresar com solidaridad.

En escalas en Houston y Lake Charles , Luisiana , el sábado, el presidente piensa estudiar los daños, conversar con la gente y reunirse con los voluntarios. Esto es lo que faltó en el viaje a Texas del martes pasado, criticada como actitud que desentonaba con una visita presidencial a una población en crisis.

En Corpus Christi y Austin , Trump se reunió con rescatistas y las autoridades que coordinaban las tareas de recuperación con su gobierno. El evento se caracterizó por un discurso espontáneo del presidente a sus partidarios frente a un cuartel de bomberos en Corpus Christi -“cuánta gente, cuánto entusiasmo”, dijo- en lugar de las imágenes de un mandatario consolando a los damnificados o caminando entre los escombros.

Trump se mantuvo alejado de Houston , el epicentro del desastre, para no perturbar las operaciones de rescate. Pero los detractores dijeron que no supo expresar solidaridad con las familias de los muertos o las que perdieron sus viviendas.

La vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders , subrayó que Trump planeaba dedicar tiempo a conversar con las víctimas el sábado.

Podría seguir el ejemplo del vicepresidente Mike Pence , quien visitó una iglesia dañada, ayudó a retirar escombros y abrazó a varias víctimas.

Trump ha enviado al Congreso un pedido inicial de 7 mil 900 millones de dólares para las tareas de socorro y recuperación. Se prevé que el legislativo lo aprobará rápidamente el martes al regresar de su receso de verano.

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