Londres.— Su mente brillante recorrió el tiempo y el espacio y ni siquiera la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que padecía desde hace más de 50 años impidió al británico Stephen Hawking investigar los misterios del universo. El físico teórico falleció ayer, a los 76 años, informó un vocero de la familia.

“La condición límite del universo... es que no tiene límite”, dijo recientemente en una entrevista al National Geographic Channel. Su inteligencia tampoco parecía tenerla, pese a que desde los 21 años le fue diagnosticada una forma atípica de esclerosis, que ataca las neuronas motoras encargadas de controlar los movimientos voluntarios, por lo que permanecía atado a una silla de ruedas.

Los médicos le daban pocos años de vida, pero como en muchas otras cosas, Hawking los sorprendió, al sobrellevar su mal por más de 50 años. Un severo episodio de neumonía en 1985 provocó que Hawking tuviera que respirar a través de un tubo, obligándolo a comunicarse a través de un sintetizador electrónico de voz que le dio su distintivo tono robótico. “Traté de llevar una vida lo más normal posible y no pensar en mi enfermedad o lamentar las cosas que me impide hacer, que no son tantas”, escribió el científico, nacido en Oxford en 1942.

Conocido por su sentido del humor, escribió de manera tan lúcida sobre los misterios del espacio, el tiempo y los agujeros negros, que su libro Breve Historia del Tiempo, se volvió un éxito de ventas a nivel internacional —más de 10 millones de copias vendidas—, convirtiéndolo en una de las mayores celebridades del mundo científico desde Albert Einstein.

Junto con el físico Roger Penrose, Hawking fusionó la teoría de la relatividad de Einstein, que describe las leyes de gravedad, con la teoría de la Mecánica Cuántica, que trata sobre las partículas subatómicas, para sugerir que el espacio y el tiempo empezarían con el Big Bang y terminarían en los agujeros negros, que lo obsesionaban. Para Hawking, la búsqueda de una “teoría unificada”, o “teoría del todo”, le permitiría a la humanidad “conocer la mente de Dios”.

La meta “es un entendimiento total de los eventos a nuestro alrededor, y de nuestra propia existencia”, escribió en Breve Historia del Tiempo, al que luego le seguiría (2001) El Universo en una Cáscara de Nuez, en el que actualizó a los lectores conceptos como la súper gravedad y la posibilidad de un universo de 11 dimensiones.

“Algo que lo caracterizó fue que no le dio miedo avanzar en la física. Quería entender la física en el límite, por eso escogió estas cuestiones de los hoyos negros. Algo que fascina a la gente es que siendo una persona con esclerosis múltiple, tan difícil, siempre estuvo alegre y tomaba su carrera como una forma de compartir conocimiento, porque además escribía libros de divulgación. Él quería que esta física tan complicada, que ahorita ni parece rara, que todo el mundo la supiera”, dijo sobre Hawking a EL UNIVERSAL la astrónoma Julieta Fierro.

En 1965 contrajo matrimonio con Jane Wilde, con quien tuvo tres hijos. La pareja se separó al cabo de 25 años y él se casó con su enfermera, Elaine Mason, mucho más joven, de quien también se divorció en 2006 en medio de versiones de maltrato.

Las mujeres, dijo alguna vez a la revista New Scientist fueron el único enigma que no logró desentrañar. “Un misterio total”, afirmó.

En 1974, se convirtió en uno de los más jóvenes miembros de la Royal Society, la sociedad científica más prestigiosa de Reino Unido. En 1979 fue nombrado titular de la prestigiosa Cátedra Lucasiana de la Universidad de Cambridge, adonde llegó procedente de la Universidad de Oxford para estudiar astronomía teórica y cosmología. La cátedra, a la que tuvo que renunciar al cumplir la edad límite de 67 años, fue ocupada tres siglos antes por el ‘padre’ de la gravedad Isaac Newton, cuyas teorías puso Hawking a prueba en 2007, cuando a los 65 años de edad realizó un vuelo de gravedad cero en Estados Unidos.

En 2007, Hawking publicó un libro para niños, La llave secreta de George para el universo, con su hija, Lucy, en el que trataba de explicar el sistema solar, los asteroides, sus queridos agujeros negros y otros cuerpos celestes.

Recibió innumerables reconocimientos y títulos honoríficos, y fue condecorado Comandante de la Orden del Imperio británico por la reina Isabel II. Cuestionado sobre su enfermedad, Hawking dijo que en un principio “sentí que era muy injusto. ¿Por qué me iba a pasar esto?”. Sin embargo, en su libro de memorias (2013), Mi Breve Historia, dijo que “50 años después, puedo estar tranquilamente satisfecho con mi vida”.

En un comunicado difundido cuando en Londres ya era miércoles, los hijos de Hawking: Lucy, Robert y Tim, informaron que su padre falleció en paz en su casa de Cambridge. “Estamos profundamente tristes”, afirmaron. “Fue un gran científico y un hombre extraordinario cuyo trabajo y legado perdurarán por muchos años”, añadieron. “Lo extrañaremos por siempre”, finalizaron. Con información de agencias

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