Donald Trump vivirá hoy una de las pruebas de fuego como presidente: su primer discurso sobre el Estado de la Unión. Bajo el título “Construyendo un Estados Unidos seguro, fuerte y orgulloso”, el mandatario tiene ante sí el reto de dejar de lado su figura caótica e imprevisible y comportarse como el líder de EU que es, presentando los pilares de su agenda política para el próximo año: economía, infraestructura, migración, seguridad nacional y comercio.

Las expectativas para el discurso sobre el Estado de la Unión son bajas, y en lo único que se fijarán la mayoría será en el tono: si Trump es capaz de mantenerse en modo presidencial, como consiguió en la declaración ante el Congreso que hizo hace un año, o si aparecerá el habitual magnate descontrolado.

Tradicionalmente, el discurso es un llamado a la unidad, pero en un país dividido como el actual EU, será tarea difícil. El exhorto de Trump será al trabajo bipartidista, especialmente en los temas más candentes. Y eso, ahora mismo, sólo tiene un nombre: migración —especialmente los dreamers— y seguridad nacional —en la frontera—.

Trump hará política también con sus invitados especiales al Congreso: entre otros, familiares de víctimas de crímenes perpetrados por bandas delictivas integradas por jóvenes inmigrantes indocumentados, y un agente de la Patrulla Fronteriza, quienes estarán en el balcón presidencial, símbolo de uno de los puntos a los que más énfasis hará el presidente.

Los símbolos políticos también serán utilizados por los contrarios a Trump, la denominada resistencia, que estará presente dentro y fuera de la sede legislativa. Al menos una docena de congresistas demócratas boicotearán el discurso por “desacuerdos” con las políticas y la retórica de Trump; la mayoría de mujeres progresistas vestirán de negro en solidaridad con el movimiento #MeToo y Time’s up, contra el abuso, el acoso sexual y la desigualdad de género.

Los congresistas también han elegido cuidadosamente a sus invitados: estarán presentes varios líderes de los movimientos feministas y proderechos civiles, y al menos 28 dreamers de todo el país, en representación del colectivo de soñadores que siguen presionando al Congreso por una solución a su situación, al borde de la deportación.

Fuera del ámbito político, las acciones empezaron ayer con el “discurso del Estado de la Unión del pueblo”, iniciativa liderada por el actor Mark Ruffalo que albergó a figuras de la izquierda en Hollywood como Alyssa Milano o Michael Moore.

Esta noche, al mismo tiempo que el discurso del presidente, líderes de grupos de mujeres harán un encuentro en paralelo titulado “Estado de Nuestra Unión”, un lugar nacido desde el movimiento #MeToo, que servirá para “ofrecer una visión nueva para el país” y “abordar la persistente desigualdad de género y la “crisis de liderazgo” que perjudica a EU” desde la llegada de Trump al poder.

Fuera del Congreso, en los alrededores del Capitolio, se espera que manifestantes combatan la nieve que se prevé caiga en Washington para criticar al gobierno de Trump y pedir un cambio de rumbo, especialmente en el caso de los dreamers.

Tras el discurso, los demócratas han preparado hasta cinco oradores para la tradicional respuesta al presidente. Aunque quizá el que tendrá la mayor audiencia será el presentador Jimmy Kimmel, quien entrevistará a la actriz de películas pornográficas Stormy Daniels, con quien Trump tuvo una relación y pagó 130 mil dólares para que callara el affaire.

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