El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, derogó el lunes un decreto que eliminaba los subsidios a los combustibles, como parte de un acuerdo con el movimiento indígena para acabar con las peores protestas en las calles desde que asumió el gobierno.

Los precios de las gasolinas y el diésel se habían disparado con la medida, pero el mandatario estableció que volverán a sus niveles anteriores desde el martes a las 00.00 hora local.

El recorte a los subsidios de los combustibles era parte de las medidas de austeridad tomadas a inicios de mes, en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sanear las finanzas, pero encendió la mecha de protestas de grupos indígenas y sindicalistas, que pararon el país y forzaron a Moreno a despachar desde la ciudad costera de Guayaquil.

El Gobierno llegó el domingo a un acuerdo con los manifestantes para pacificar las calles.

Moreno esperaba recaudar unos 1.500 millones de dólares anuales con la eliminación de los subsidios al diésel y la gasolina extra, vigentes en el país por décadas y del que -según las autoridades- se beneficiaba el contrabando.

"Se expedirá un nuevo decreto que nos asegure que los recursos lleguen a quienes realmente los necesitan", escribió el presidente en su cuenta de Twitter.

Más tarde, en el texto de la derogación, se aclaró que el nuevo decreto establecerá una política de subsidios de combustibles "con un enfoque integral, con criterios de racionalización, focalización y sectorialización, que precautele que éstos no se destinen a personas de mayores recursos económicos, ni a contrabandistas de combustibles".

En las estaciones de gasolina de la estatal Petroecuador y las privadas se vendía el lunes el combustible sin el subsidio, mientras que los buses dentro de la ciudad mantenían los pasajes con el alza autorizada por el presidente. El Municipio de Quito pidió al Gobierno un pronunciamiento sobre el alza que se impuso con el anuncio de las medidas de austeridad a principios de mes.

REGRESANDO A CASA

Manifestantes indígenas, que habían llegado a Quito desde las provincias andinas y amazónicas para exigir que Moreno restituya los subsidios, comenzaron a dejar la ciudad el lunes.

"Ya estamos retornando a nuestros territorios", dijo Inti Killa, un indígena de la provincia amazónica de Napo. "Hemos demostrado que la unión y el convencimiento del pueblo es un volcán que nadie lo puede detener”.

Estudiantes universitarios, trabajadores municipales y residentes de Quito limpiaron las llantas quemadas y adoquines que se habían arrancado de las calles del centro de la capital mientras el olor a gas lacrimógenos aún flotaba en el ambiente.

Por su parte, el sector petrolero retomaba paulatinamente su operación en los bloques que fueron parados en medio de las protestas. El Ministro de Energía, Carlos Pérez, dijo que las pérdida acumuladas llegaban a casi 2 millones de barriles y que esperaba retomar el bombeo normal en un par de semanas.

Las protestas se habían tornado cada vez más caóticas en los últimos días en Quito, lo que llevó a Moreno a declarar un estado de excepción y un posterior toque de queda en áreas estratégicas en el país.

La Defensoría del Pueblo, entidad de derechos humanos que monitorea el conflicto, dijo que unas siete personas murieron, más de 1.300 resultaron heridas y cientos fueron detenidas en las protestas.

El Gobierno culpó al movimiento político de Rafael Correa de estar detrás de los disturbios, algo que el expresidente niega.

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