Bengasi.— Más de 40 migrantes murieron en un bombardeo contra un centro de detención en la periferia de Trípoli, un ataque atribuido a las fuerzas del mariscal rebelde Jalifa Haftar y que suscitó duras condenas internacionales.

El ataque “podría claramente constituir un crimen de guerra”, dijo el miércoles el enviado de Naciones Unidas (ONU) en Libia, Ghassan Salamé.

“Mató (...) a gente inocente obligada a estar en este refugio por sus espantosas condiciones de vida”, agregó, en un comunicado.

Sin embargo, más tarde, el Consejo de Seguridad no alcanzó un acuerdo para condenar el ataque. En una sesión a puertas cerradas de dos horas, Reino Unido hizo circular una declaración que condenaba el hecho, llamaba a un cese del fuego e instaba a regresar al diálogo político en el país.

El martes por la noche, un bombardeo aéreo dejó un agujero de unos tres metros de diámetro en el centro de este hangar de Tajura, en las afuertas al este de Trípoli. Numerosos cuerpos yacían en el suelo del lugar, constató un fotógrafo de la AFP. Según un comunicado de la Misión de apoyo de la ONU a Libia (MANUL), en el que estaba citado Ghassan Salamé, el balance es de “al menos 44 migrantes” muertos y más de “130 heridos graves”.

“Esta matanza innoble y sangrienta es una consecuencia de las más horribles y trágicas”, añadió Salamé.

El enviado de la ONU hizo un llamado a la comunidad internacional para “condenar este crimen e imponer sanciones apropiadas a los autores de esta operación en flagrante violación” de los derechos humanos.

El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), con sede en Trípoli, atribuyó el ataque a las fuerzas rivales de Haftar, el caudillo del este del país, que llevan a cabo una ofensiva para apoderarse de la capital, pero el portavoz de las fuerzas de Haftar, Ahmad al Mesmari, desmintió la implicación en el ataque, y acusó al GNA de “fomentar un complot”.

Haftar lanzó una ofensiva en abril para controlar la capital. En un comunicado, el Gobierno de Unidad Nacional (GNA), basado en Trípoli y reconocido por la ONU, denunció lo que calificó como “un crimen odioso” y lo atribuyó “al criminal de guerra Jalifa Haftar”.

Estados Unidos condenó el “aborrecible” ataque, al tiempo que instó al diálogo para resolver el conflicto. “Esta trágica e innecesaria pérdida de vidas (...) subraya la urgente necesidad de que todas las partes libias reduzcan la intensidad de la lucha en Trípoli”, declaró la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus.

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