Bamako.— Mientras los militares que tomaron el poder en Mali anunciaron la creación de un comité nacional para conducir al país hacia elecciones libres y democráticas, se enfrentaron al ais- lamiento internacional.

Cinco uniformados comparecieron por la mañana ante la televisión pública maliense ORTM y leyeron un comunicado en el que confirmaron el derrocamiento del régimen de Ibrahim Boubacar Keita (IBK) y prometieron una transición hacia unas elecciones “en un plazo razonable” que no precisaron.

El coronel Assimi Goita fue designado presidente del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP).

Esa primera aparición pública de los golpistas fue un recordatorio de los males que aquejan a la nación: corrupción política, violencia étnica y sectaria, y desintegración territorial, con el añadido de la cantidad de bajas soportadas por los “hermanos uniformados” en ataques armados.

Los militares decretaron el toque de queda nocturno y el cierre de las fronteras aéreas y terrestres del país “hasta nueva orden”, aunque esta acción ya había sido anunciado horas antes por los países vecinos, agrupados junto con Mali en la Comunidad de Estados de África del Oeste (CEDEAO). Ese grupo rechazó “categóricamente” dar cualquier legitimidad al golpe de Estado y reclamó la liberación inmediata del presidente.

La Unión Africana (UA) suspendió a Mali como miembro de la organización.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, advirtió que el golpe de Estado puede tener “un efecto desestabilizador en la región y en la lucha contra el terrorismo”.

El Consejo de Seguridad de la ONU condenó el “motín” militar. El órgano urgió a los amotinados a liberar inmediatamente a todos los funcionarios detenidos y a “volver a sus cuarteles sin retraso”. Amnistía Internacional pidió que las nuevas autoridades militares malienses pongan fin a los “arrestos arbitrarios”. EU también condenó el golpe.

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