Bruselas.- La paz y estabilidad que los europeos daban por hecho se ha desvanecido ante la agresión militar a por parte del presidente ruso Vladimir Putin.

El Pentágono y la OTAN lo anticiparon, su pronóstico sólo falló por una semana, la invasión comenzó el 24 de febrero.

Sin embargo, iniciar una guerra es más fácil que detenerla, ya que una vez que empieza adquiere su propia lógica. Si bien son infinitos los posibles escenarios en los que el conflicto puede desembocar, hay algunos que dominan el pensamiento de los estudiosos.

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De un lado está la derrota del país agredido, el triunfo de Putin y la anexión de Ucrania a Rusia. Es uno de los desenlaces proyectados por Christopher Chivvis, director del Programa sobre Diplomacia Americana del Carnegie Endowment.

Sería una paz amarga, impuesta a una Ucrania derrotada y extremadamente difícil de digerir para Estados Unidos y muchos aliados europeos.

En este caso, Rusia instalaría una marioneta en el gobierno en Kiev, que se encargaría de firmar los términos de rendición a favor de Moscú.

“Los términos incluirán una promesa de neutralidad ucraniana, y podría ir más allá al comprometer formalmente a Ucrania a la esfera de influencia de Rusia, con una membresía en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva de Rusia o a la Unión Económica Euroasiática”, indica Chivvis.

En el otro extremo está la victoria de Volodimir Zelensky . Sería resultado del apoyo de Occidente y la creación de una coalición anti-Putin formada por oligarcas frustrados y altos mandos militares decepcionados con el régimen.

Los analistas del Atlantic Council, Barry Pavel, Peter Engelke y Jeffrey Cimmino le llaman a este escenario el “milagro del Dniéper”, en referencia al río que nace en la Meseta del Valdai y desemboca en el Mar Negro.

“Se vuelve obvio para el Kremlin que Rusia pagará un precio exorbitante por su aventura (…) Putin ordena indignado la retirada de sus tropas. Ucrania sigue siendo una democracia soberana, mientras que la derrota de Moscú acelera el descontento interno que comienza a surgir en toda Rusia”, señalan los estudiosos en un análisis conjunto.

A partir de ese momento, continúa el documento, Putin vuelve a centrarse en las amenazas internas a su poder, mientras que la situación de la seguridad en Europa mejora ante una Rusia castigada y una Ucrania cercana a Occidente.

Entre estas soluciones, colocadas en polos opuestos, hay varias a medio camino. Está la hipotética creación de una frontera interior. Toda la Ucrania de habla rusa pasa a estar bajo bandera de Rusia, aunque aquí Putin corre el riesgo de que el territorio no ocupado, y posiblemente todavía bajo un gobierno proeuropeo, se adhiera a la OTAN y la Unión Europea.

Otra alternativa es que Ucrania termine convirtiéndose en el nuevo Afganistán. Putin puede que doblegue al Ejército ucraniano y deponga al régimen de Zelenski ante el eventual desmoronamiento de la solidaridad Occidental, pero pronto se dará cuenta de que le espera un gran problema tras la victoria.

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Ucrania es poco más grande que Francia y simplemente los 190 mil soldados desplegados no son suficientes para controlar el país, asegura Tim Sweijs, experto en defensa del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya.

“Es muy probable que la guerra no termine con el fin de las batallas peleadas por los militares o la captura de Kiev. La resistencia de Ucrania continuará durante años lo cual puede terminar en un segundo Afganistán para Moscú”, sostiene Malgorzata Bonikowska y Bruno Surdel, estudiosos del Centre for International Relations de Varsovia, Polonia.

En el escenario ideal Putin y Zelensky llegan a un acuerdo, probablemente bajo mediación de Turquía, China, Israel o Sudáfrica. Algo que parece distante a estas alturas considerando que las consultas no han tenido éxito, ni siquiera pueden ponerse de acuerdo para crear corredores temporales para una evacuación segura.

En contraparte, está la posible escalada, es decir una confrontación directa con la OTAN, por error o una acción deliberada, con potencial de que se llegue al umbral nuclear. En palabras del presidente estadounidense, Joe Biden, estaría marcando el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

De acuerdo con Christopher Chivvis , “la opción nuclear que se ha discutido con más frecuencia en los últimos días implica que Rusia use un arma nuclear pequeña (no estratégica) contra un objetivo militar específico en Ucrania”.

Independientemente de cualquiera de estos episodios, cada uno con sus correspondientes variantes, la permanencia de Putin en el poder provocará una nueva variante de la Guerra Fría, que podría caracterizarse por el aislamiento de Rusia y la permanente presencia militar de la OTAN en el frente este.

En cuanto al tiempo que puede durar, Benjamin Jensen, investigador del Center for Strategic and International Studies de Washington, aporta indicadores con base a los datos del Uppsala Conflict Data Program.

Sostiene que desde 1946, 26% de los conflictos similares al ucraniano terminan en menos de 30 días y 25% en menos de un año. Cuando los choques entre países duran más de un año, se extienden a más de una década en promedio, con enfrentamientos esporádicos.

“Es el momento de la diplomacia. Cuanto más dura una guerra sin concesiones de ambas partes, más probable es que se convierta en un conflicto prolongado”, asegura Jensen.

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