Luiz Inácio Lula da Silva se entregó a la justicia. Con ello, no sólo su campaña para las presidenciales brasileñas de octubre próximo queda trunca, sino que la izquierda en el país “se queda huérfana”. Así lo señala, en entrevista con EL UNIVERSAL, Jorge Gerez, estratega en comunicación y branding político.

Para la democracia brasileña, afirma, habría sido sano que Lula disputara esta elección, ya que el ex mandatario no tiene el mismo poder de que gozaba hace años.

Sin embargo, ahora, explica, la izquierda “quedó huérfana”. Y la posibilidad de que recupere terreno, de aquí a las elecciones, señala, depende de que le apueste a una nueva marca, personaje y equipo. “Una transformación puede encarnar los intereses de lo que podría ser la nueva izquierda, que izquierda per se en Brasil no existe, como los socialdemócratas en Europa”, apunta.

Todo el show alrededor de la detención de Lula, advierte, puede rendirle a él, victimizarlo, y mucha gente inocente puede llegar a pagar por una maniobra política. Sobre la posibilidad de una crisis social, considera que “Lula no tiene una mayoría apoyándolo, sólo sindicatos y movimientos, y ellos no representan al ciudadano medio común. Entonces crisis social per se no; pueden fabricar una crisis política para darle un tinte social sí, pero sería una fabricación”.

Gerez señala como candidatos de derecha a Jair Bolsonaro, un ex militar y miembro del Partido Social Cristiano; el ex gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, del PSDB, y Álvaro Fernandes Dias, del Partido Podemos.

La izquierda, comenta, tiene que apostar por una figura que pueda dar batalla a los candidatos de centroderecha porque, sin la figura de Lula, sus partidos pierden más que un candidato.

La ex senadora ecologista Marina Silva, quien ya fue candidata presidencial, lanzó ya su precandidatura a la presidencia; otras posibilidades son el ex juez Joaquím Barbosa y el ex ministro de Hacienda Ciro Gomes, socialdemócrata. Pero a decir de Gerez, la joven Manuela D’Ávila, del Partido Comunista de Brasil, es quien podría recoger el potencial electoral que tiene Lula si arma y diseña una buena campaña. “Ella podría levantar las banderas, conectar con los millennials y ser una izquierda renovada. Pero también va a depender de cuál va a ser su discurso y con quién va aliarse”.

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