Michael Flynn, el ex asesor en seguridad nacional de la Casa Blanca, se declaró culpable ayer de mentir al Buró Federal de Investigaciones (FBI) de sus contactos con funcionarios rusos y su confesión provocó que la investigación del Rusiagate, por si había alguna duda, entrara directamente a la residencia presidencial y amenace con afectar directamente al entorno más íntimo y cercano de Donald Trump, incluyendo su yerno, Jared Kushner.

El fiscal especial del caso, Robert Mueller, consiguió que una de las piezas más codiciadas del círculo del magnate durante la campaña se rindiera y decidiera colaborar con él.

El ex asesor en seguridad nacional es el primer ex funcionario de la Casa Blanca de Trump en caer en las redes de la investigación de Mueller. “Las acciones que reconocí ante la corte fueron erróneas y (…) estoy trabajando para arreglarlo. (…) Acepto total responsabilidad por mis acciones”, aseguró. Flynn provocó un terremoto en la Casa Blanca por su salida tras 24 días de gobierno por mentir al vicepresidente Mike Pence sobre estas llamadas.

Con la culpabilidad por falsedad declaratoria a la agencia de inteligencia, Flynn se enfrenta a un máximo de cinco años de cárcel y una multa de 250 mil dólares, una condena mínima teniendo en cuenta que podría haber sido acusado de muchos más delitos, especialmente por sus negocios turbios haciendo de lobbista del gobierno de Turquía. Eso indica que, si Mueller estuvo dispuesto a canjear sentencia por información, lo que espera sonsacar de Flynn es al menos interesante. De sus primeras confesiones, fruto de la “total colaboración” prometida, ya hay elementos que se prevén fundamentales en el seguimiento de la investigación.

En el documento judicial se citan dos llamadas que Flynn, por orden de “muy altos rangos del equipo de transición presidencial”, habría realizado al entonces embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, para tratar de modificar políticas internacionales e interferir en diplomacia, a pesar de que Barack Obama seguía siendo el presidente de EU.

La primera se realizó el 22 de diciembre de 2016, cuando alguien de la campaña ordenó a Flynn que intentara retrasar un voto en Naciones Unidas sobre los asentamientos israelíes en territorio palestino. Según varios medios de EU, la figura que orquestó la llamada fue Jared Kushner, yerno y principal asesor de Trump.

La segunda, realizada pocos días después y ordenada por la ex viceasesora en seguridad nacional KT McFarland, fue más puntiaguda ya que tenía como objetivo maniobrar sobre las sanciones impuestas por Obama a Moscú, cuando expulsó a varios funcionarios rusos en respuesta a la presunta intromisión rusa en la campaña en EU.

Flynn llamó a Kislyak por orden de otro “destacado miembro” del equipo para pedirle que el Kremlin no respondiera con dureza a las medidas; un día después, el presidente ruso, Vladimir Putin, descartó aplicar sanciones en represalia y Trump le agradecía el gesto vía Twitter. El FBI interrogó a Flynn sobre esas llamadas cuando ya estaba dentro de la Casa Blanca, actuando como asesor del presidente Trump. Fue entonces cuando mintió y de ahí las acusaciones del equipo de Mueller.

Las confesiones podrían no terminar aquí. Según la cadena ABC, Flynn estaría pensando implicar directamente a Trump en la trama, asegurando que el mandatario le ordenó llamar a sus contactos rusos para buscar sinergias y colaboración para resolver la crisis en Siria.

Según el diario Politico, la decisión de Flynn tomó a la Casa Blanca por sorpresa, que canceló de forma abrupta la única aparición pública de Trump del día, y no hizo ningún comentario sobre el tema. ABC dijo que Flynn decidió declararse culpable en las últimas 24 horas, al sentir que la Casa Blanca lo había dejado a su suerte y por considerar que un acuerdo podría salvarlo de altos costos en abogados y a su hijo de un juicio penal por negocios en la empresa familiar. “Es una decisión tomada en el mejor interés de mi familia y mi país”, señaló Flynn.

Como en todos los escándalos parecidos, el abogado de Trump para la trama rusa trató de desmarcar al presidente de la figura del acusado, diciendo que las acusaciones sólo afectan al propio Flynn y a nadie más. Sin embargo, el círculo del jefe de Estado no puede negar la implicación en campaña y los tuits de Trump de hace meses pidiendo inmunidad para Flynn no son buen augurio para el presidente.

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