Bruselas.— Los españoles están llamados a las urnas este domingo para elegir entre la continuidad de un gobierno que ha conducido al país en medio de crisis globales o la implementación del modelo austriaco, abriéndole la puerta a un partido ultraderechista, xenófobo y euroescéptico.

La apertura de las urnas arrancará con el candidato del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, aventajando en las encuestas, aunque rebajando las expectativas que en algún momento tuvo durante la campaña, de que obtendría la mayoría absoluta.

El jefe del Gobierno, Pedro Sánchez (Partido Socialista Obrero Español), llega a la cita cerrando la brecha. Busca la remontada apelando al voto de los indecisos. Las encuestas de opinión estiman ese bloque electoral en alrededor de 10%, la gran mayoría se mueve en el espectro político de centro.

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El promedio de los sondeos publicados en diversos medios muestra que el PP sería la formación más votada, con 34.5% de los votos y 142 escaños, lo que representaría la suma de 53 diputados más que en los comicios generales de 2019.

De consolidarse el resultado, el PP tendría la mano para formar el próximo gobierno de coalición, el cual se prevé sería en pacto con la extrema derecha encabezada por Santiago Abascal, de Vox. Los sondeos dan a los radicales unos 36 espacios, con lo cual, ambos partidos sumarían 178, por encima de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, fijada en 176.

En esta edición electoral, la meta del PSOE es evitar que el bloque de derechas obtenga en solitario la mayoría, y a partir de ahí buscar nuevamente el apoyo de los partidos que facilitaron la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020. Las encuestas cerraron por ley el 17 de julio y daban a los partidos que apoyaron a Sánchez en el Congreso en 2019 sólo 161 diputados, 15 por debajo de la mayoría absoluta.

Luego de la rotunda derrota en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, el presidente del gobierno decidió jugarse “todo o nada” anticipando elecciones. El fin de la actual legislatura se había fijado en diciembre. La decisión de disolver las Cortes y adelantar los comicios tuvo lugar a pesar de que España asumía el 1 de julio la presidencia de turno de la Unión Europea (UE).

La apuesta de Sánchez inicialmente parecía un suicidio político, el PP partió con serias probabilidades de gobernar en solitario, pero los errores del líder de la fracción conservadora revivieron la esperanza de darle continuidad a cuatro años de gestión.

La credibilidad de Feijóo ha sido cuestionada por desaciertos, como el decir erróneamente que los gobiernos del PP “siempre han revalorizado las pensiones” conforme al índice de precios al consumo, y escándalos: aparecieron fotos en las que está junto con el narco Marcial Dorado en un yate. Las fotos salieron por primera vez a la luz en 2013 y las desempolvaron en la recta final de la campaña.

Otro desliz tuvo lugar a cuatro días de la apertura de las urnas, al ausentarse del tercer y definitivo debate electoral, el último cartucho de los candidatos para exponer masivamente a los ciudadanos sus ideas y propuestas. Al debate acudieron tres de los cuatro principales candidatos.

La ausencia de Feijóo permitió que Pedro Sánchez y su aliada de gobierno, Yolanda Díaz, de Sumar, reforzaran la idea de que ésta es una elección de gobierno entre dos bloques.

Sánchez dijo que en esta elección está en juego el voto para que ganen las mujeres y pierdan los machistas, para que gane la ciencia y pierda el negacionismo climático, para que gane la diversidad cultural y pierda la censura, a favor de la convivencia y en contra del odio.

“Un gobierno PP y Vox es contrario a los principios e intereses de Europa, sería no solamente un retroceso para España, sino un serio revés para el proyecto europeo”, aseguró Sánchez.

Mostrando gran sincronización con su socio de gobierno, Díaz proyectó lo que sería una segunda edición de la coalición vigente. Abogó por reducir la jornada laboral, el derecho a salir una hora antes del trabajo y llamó a regularizar a las 500 mil personas que viven sin documentos.

Abascal trató de arrancarle al PP el voto útil para gobernar. Acusó al gobierno de ocultar la realidad y recurrió a la retórica populista para intentar llegar al español desfavorecido, al que no llega al fin de mes.

Abascal promete “un cambio de rumbo total”, una sociedad patriótica como en Polonia, Suecia, Finlandia, Italia y Hungría, en donde, según él, se defiende la soberanía de los Estados dentro de una UE en la que la cooperación debe ser libre y voluntaria.

“La gran diferencia entre ustedes es que nosotros nos atrevemos a preguntarle a los españoles si están a favor de la repatriación inmediata de migrantes ilegales y de la deportación de migrantes legales que cometen delitos graves y de manera reiterada”, aseveró.

A las decimosextas elecciones generales están convocados unos 37 millones de electores para elegir a 350 diputados y 208 senadores; del universo de votantes, 1.6 votarán por vez primera.

Más de 9 mil efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado resguardarán las 60 mil 314 mesas electorales. El costo de la jornada electoral se estima en casi 221 millones de euros.

Calca austriaca

El proceso de normalización de los partidos de extrema derecha en Europa se remonta a 2000, cuando en Viena llegó al poder el Partido Liberal Austriaco (FPÖ), del que se decía eran neonazis y fascistas.

Luego de 14 días de cuarentena a Austria por abrirle la puerta al extremismo, el enfoque de los países de la UE hacia la extrema derecha racista y xenófoba fue cambiando, hasta llegar al punto en el que estas agrupaciones triunfan en las urnas, entran y salen de gobiernos europeos.

En la actualidad el FPÖ lejos está de ser una agrupación de la periferia. Bajo el mando de Herbert Kickl, el partido no sólo se ha radicalizado aún más, es el más popular en las encuestas, su avance se ha disparado como cometa y muchos vaticinan que tiene grandes posibilidades de convertirse en canciller en los comicios de 2024.

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La fórmula aplicada por Kickl no es nueva, ha sido utilizada por otros exitosos populistas, como Donald Trump y Jair Bolsonaro, es decir, está en contra de todo y todos, desde “comunismo climático” y “Covid-dictadura”, hasta “locura de género”.

En España, por primera vez desde la vuelta a la democracia hace más de cuatro décadas, un partido de extrema derecha, Vox, volvió a formar parte de un gobierno regional en marzo de 2022 tras haber alcanzado un acuerdo con el PP.

Ahora, en las elecciones generales los ultras españoles esperan repetir la exitosa operación que les ha abierto la puerta de los Ejecutivos en comunidades autónomas, para hacerse de ministerios en el plano nacional.

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