Halle, Alemania.- Tras unos minutos de silencio interrumpido por algunos clics y murmullos, en la pantalla aparece la imagen de un hombre con la cabeza rapada y aspecto juvenil que se filma desde el interior de su vehículo.

Es miércoles, a media jornada en la ciudad alemana de Halle (este) y el hombre ante la cámara se prepara para cometer un violento ataque contra una sinagoga que acabará siendo una búsqueda de objetivos torpe y aleatoria.

La escenografía recuerda a los pasos seguidos por el australiano que cometió en marzo un atentado contra dos mezquitas en Christchurch , en Nueva Zelanda, con un saldo de 51 muertos.

El atacante de Halle se presenta en un inglés con fuerte acento alemán en su video, que se retransmitió durante 35 minutos en la plataforma Twitch : “Hola, me llamo 'Anon'”, dice, empleando probablemente una abreviatura para permanecer en el “anonimato”.

Después lanza una diatriba antisemita en la que afirma que “el Holocausto nunca existió” o que “el origen de todos los problemas son los judíos”. También la emprende con el feminismo y “la inmigración masiva”.

Vestido de caqui y con guantes, arma a continuación un fusil que parece artesanal y circula en su vehículo con la radio encendida.

Estaciona en una calle, cerca de una sinagoga en la que varias personas están rezando con motivo del Yom Kippur, una de las principales fiestas judías. Intenta abrir la puerta, cerrada a cal y canto. “¡Fuck!”, grita. “Mierda”, dice después en alemán. “Quizás vayan a salir”, agrega.

Apoya su fusil contra la fachada de la sinagoga e intenta hallar la forma de entrar, trepando la pared del recinto del cementerio contiguo al lugar de culto.

Un ciclista que pasa por la calle se queda mirando desconcertado.

La puerta del cementerio parece más fácil de abrir. Coloca un explosivo artesanal delante de ella, pero no se produce ninguna detonación.

Una mujer de unos 50 años pasa por la calle y le pregunta qué ocurre, antes de seguir su camino. La abate con tres disparos por la espalda.

El asesino regresa a la puerta del cementerio, que se le resiste. Maldice y regresa junto al cuerpo sin vida de la víctima, tendido en la calzada. “¡Cerda!”, grita, y vuelve a lanzar una ráfaga de disparos. Casi sin aliento, sigue maldiciendo.

Un viandante se acerca al cuerpo de la primera víctima. El atacante intenta abatirlo, pero no logra recargar su arma, lo que permite al hombre marcharse en su automóvil.

El atacante dispara entonces varias veces contra la puerta de la sinagoga e intenta derribarla, pero no lo logra. “¡Mierda!”, repite. Dispara contra otro vehículo que pasa por el lugar y luego intenta, con dificultad, volver a entrar al suyo, pero el cuerpo de la víctima bloquea parcialmente la puerta.

Finalmente consigue irse. “¡Eres un perdedor!” , se dice a sí mismo. “Lo siento, chavales, soy un puto idiota, no puedo matar una mierda”, dice a su audiencia.

Entre tanto, dentro de la sinagoga, los fieles ven a través de las cámaras de seguridad los intentos del agresor de ingresar al edificio.

“Bloqueamos las puertas desde dentro y esperamos a la policía”, contó al diario Stuttgarter Zeitung el responsable de la comunidad judía, Max Privorotzki.

Unos cientos de metros más adelante, el agresor se detiene ante un restaurante turco, aparta a una anciana que pasa por el lugar y empieza a disparar contra el establecimiento. Un empleado se refugia al fondo con dos clientes, escondiéndose tras un distribuidor de bebidas.

Intenta recargar su arma, pero parece no lograrlo. Se oyen los casquillos cayendo al suelo. “¡No, por favor!”, grita un hombre. Otro solloza. “¡Perdedor!”, le grita el atacante, que le dispara a quemarropa.

Sale a la calle y dispara contra un viandante que consigue huir. Finalmente regresa al restaurante y vuelve a disparar dos veces contra su víctima.

El agresor intenta marcharse en su vehículo pero a unos 50 metros un coche de policía le bloquea el camino. Sale de su automóvil y dispara varias veces contra los agentes, que replican y lo alcanzan. El atacante se derrumba unos segundos, pero logra volver a subir a su vehículo y huir.

Se le oye gemir y en la pantalla puede percibirse su rostro, con el cuello ensangrentado.

La policía anunció su arresto la noche del miércoles.

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