Washington

El juicio contra el multimillonario Jeffrey Epstein probablemente será el caso de pederastia más mediático de la historia de Estados Unidos. No sólo por las historias aberrantes y escalofriantes que puedan revelarse, sino por la ristra de nombres conocidos y figuras públicas que pueden aparecer en el proceso, como por ejemplo el presidente Donald Trump, el exmandatario Bill Clinton o el príncipe Andrés de Inglaterra.

De hecho, antes de que empiece un juicio para el que aún no hay fecha de inicio, el caso ya ha tenido una víctima. El pasado viernes renunció el secretario del Trabajo de la administración Trump, Alex Acosta, acosado por su mala gestión del asunto cuando era fiscal en Florida y permitió un pacto más que favorable al multimillonario para que evitara la cárcel por sus delitos.

El acuerdo al que llegaron en 2007 fue más que sospechoso: por delitos de abusos sexuales contra al menos 36 menores de edad, algunas incluso de 14 años, que podían conllevar cadena perpetua, sólo cumplió 13 meses de cárcel en régimen flexible y la obligación de registrarse como agresor sexual. Al frente de la oficina de la fiscalía estaba Acosta, quien además cerró la investigación y silenció a las víctimas.

Cuando entró en juego el periodismo de investigación, especialmente el trabajo de la reportera Julie K. Brown del Miami Herald, el caso resurgió. El pasado noviembre publicó una serie en la que sacaba a la luz el acuerdo pactado entre Acosta y los abogados de Epstein, justo cuando iba a ser nombrado secretario del Trabajo.

Nadie sabía del pacto, mucho menos las víctimas: mientras, Epstein había recompuesto su vida de celebridad en Nueva York, continuando su actividad criminal e incluso haciendo labores de filantropía en institutos y asociaciones para ayudar niñas adolescentes.

Epstein, de 66 años, fue detenido el pasado 6 de julio sorpresivamente, gracias a la investigación de la fiscalía de Nueva York. Ahora está acusado de dos delitos de tráfico sexual de menores, de los que se declaró no culpable. Según el gobierno, lideraba una red que bajo una estructura de estafa piramidal pagaba centenares de dólares a jovencitas para que le llevaran chicas menores de edad para que le dieran “masajes” que casi siempre terminaban con acercamientos sexuales y violaciones.

El caso todavía está abierto y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) ha hecho un llamado intenso para que más víctimas salgan a la luz y presenten todo tipo de pruebas posibles. Podría agregársele el delito de posesión de pornografía infantil, después que se encontraran miles de fotografías de sus víctimas en la redada que se hizo a su mansión. Un ejemplo que delata la tranquilidad con la que cometía sus delitos, sintiéndose intocable y sin necesidad de rendir cuentas por sus actos gracias a su poder, dinero y contactos.

“Salpicados”

La atención mediática está en qué personalidades van a salir salpicadas de todo esto. “Probablemente hay gente importante, poderosa, que está sudando mucho ahora mismo”, dijo Brown en una entrevista a MSNBC, justo después del arresto de Epstein.

El “libro negro” de contactos de Epstein, publicado hace más de cuatro años por la revista Gawker especializada en celebridades incluye una lista de más de 92 páginas de personajes como los actores Alec Baldwin, Dustin Hoffman o Ralph Fiennes; políticos como el expremier británico Tony Blair; realeza como el príncipe Andrés, duque de York; el filántropo multimillonario y donante republicano David Koch, y magnates como Rupert Murdoch…

“No sabemos cuánto, qué tan profundo fue, qué tan lejos llegó en el gobierno, pero ha habido muchos nombres que pude ver en las lista de clientes (…) Tendremos que esperar y ver si Epstein va a nombrarlos”, dijo Brown.

En el documento filtrado y publicado por Gawker aparecen algunos nombres destacados. Son los que reveló uno de los exempleados de Epstein durante una investigación del FBI en 2009, para señalar quién formaban parte del grupo de víctimas y cómplices.

Medio centenar de nombres que incluyen celebridades esperpénticas como Flavio Briatore; artistas como Courtney Love; el exprimer ministro israelí Ehud Barak; su abogado Alan Deshowitz, profesor de leyes en Harvard; y el actual presidente Donald Trump.

De “tipo espectacular” a “no fui fan”

“Conozco a Jeff desde hace 15 años. Un tipo espectacular”, decía Trump de su amigo Epstein en una entrevista a New York Magazine en 2002. “Es muy divertido estar con él. Se ha dicho que le gustan las mujeres guapas tanto como a mí, y muchas de ellas tirando a jóvenes. Nadie lo pone en duda, Je-ffrey disfruta de la vida social”, añadía el por entonces magnate inmobiliario y celebridad neoyorquina.

Desde que estalló el escándalo, en cambio, Trump ha querido poner tierra de por medio entre ellos. “Nunca fui un fanático de Jeffrey Epstein”, mintió el presidente recientemente.

Sin embargo, el empresario de Florida George Houraney explicó a The New York Times que en 1992 Epstein organizó una fiesta de “chicas de calendario” en el resort de Mar-a-Lago, ahora conocida como la Casa Blanca de invierno. Asistieron 28 chicas, todas adolescentes, y dos hombres: Trump y Epstein.

Según el mismo diario, la amistad de muchos años entre Epstein y Trump, creada en parte por su “aprecio mutuo por la riqueza y las mujeres”, se truncó hace algo más de una década por un negocio fallido.

Toda el jet set de Nueva York, Wa-shington y Hollywood parece conocer o tener algún tipo de relación con Epstein. Los reportes apuntan que uno de sus grandes contactos era Bill Clinton. La oficina del expresidente reconoció que hubo 4 vuelos que compartieron en el jet privado del multimillonario (dos a África, uno a Europa, uno Asia); la cadena Fox News, tras revisar registros de aviación, contabilizó 26, incluido uno con el actor Kevin Spacey, perseguido y acusado de abuso sexual.

“El presidente Clinton no sabe nada de los crímenes terribles de los que Jeffrey Epstein se declaró culpable en Florida hace unos años, ni de los que se les acusa ahora en Nueva York”, aseguró en un comunicado su portavoz, Ángel Ureña. “No ha hablado con Epstein en más de una década”, añadió.

La amistad con Clinton fue profunda: le llevó a ser uno de los mayores donantes a la fallida campaña presidencial de Hillary Clinton en las elecciones de 2008. Incluso Trump, cuando estaba todavía pensando si presentarse para las elecciones de 2016 —que ganó—, rumió cómo poder utilizar la amistad de Epstein para atacar a los Clinton.

Caído en desgracia

El nombre que más puede aparecer es el del príncipe Andrés de Inglaterra, caído ya en desgracia cuando su nombre apareció en 2008, al ser Epstein detenido por abusos sexuales.

Brown, en su artículo en el Miami Herald de hace una semana, asegura que una de las víctimas, Virginia Roberts, le confesó que fue “forzada” por Epstein y sus coconspiradores (la acusación de la fiscalía asegura que hay al menos tres que creaban la red de tráfico y provisión de adolescentes para actos sexuales) a tener relaciones sexuales con varios “políticos, académicos y líderes de gobiernos”. Ella fue la que habló de la existencia del “Lolita express”, el avión de Epstein que transportaba celebridades a su isla privada para orgías y actos sexuales, y con el que también traficaba con adolescentes.

En una declaración jurada de 2015 ante agentes del FBI, Roberts explicó como tuvo sexo tres veces con el príncipe Andrés, incluida una orgía, por la que se le pagó hasta 15 mil dólares.

“Me dijeron que prestara atención a los detalles sobre qué querían, para que así lo pudiera reportar”, explicó Roberts. O, lo que es lo mismo, la red de tráfico de menores tenía, como objetivo último obtener información comprometedora por la cual poder chantajear a los poderosos y celebridades.

El caso de Epstein tiene los visos de convertirse en uno de los procesos judiciales con todos los ingredientes imaginables. El viernes, la fiscalía lo acusó de pagar centenares de miles de dólares a posibles coconspiradores de sus crímenes para silenciarlos justo cuando el Miami Herald resucitó el caso, y en previsión de si lo arrestaban.

Hoy, Epstein comparece por segunda vez ante el juez para que dictaminen si se le aplica fianza o no. Pero la historia apenas empieza...

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