La unión entre Corea del Norte y Corea del Sur ha iniciado, al menos en lo deportivo.

Ayer llegaron a territorio surcoreano 12 jugadoras norcoreanas de hockey sobre hielo para integrar el equipo que representará a ambos países durante los Juegos Olímpicos de Invierno. Se trata de un equipo de “esperanza” pero también supone un reto para Sarah Murray, la entrenadora que tendrá que armar un conjunto competitivo en pocos días.

Murray puede estar contenta de que las jugadoras llegaron antes de lo previsto, cuando apenas quedan dos semanas para el primer partido del certamen, ante Suiza, el 10 de febrero en Gangneung.

En principio, la entrenadora no estaba tan feliz con el acuerdo entre las dos Coreas, que pactaron ir al certamen invernal con un equipo conjunto en el hockey femenino sobre hielo. Pero en medio del consenso positivo que recibió el anuncio, no tuvo otra alternativa que aceptar el reto.

Sin embargo, los sentimientos encontrados pueden extenderse a las propias jugadoras surcoreanas, aun si ambos países han formado equipos conjuntos en el pasado, como en el Mundial de Tenis de Mesa de 1991.

La arquera Shin So Jung dijo al periódico Chosun Ilbo que estaba decepcionada y que sus compañeras estaban “frustradas y desanimadas”.

En ese marco, Murray tendrá que tomar decisiones delicadas, porque aun si fue permitido un plantel de 35 jugadoras, sólo 22 pueden ser inscritas en cada partido, y tres de ellas tienen que ser norcoreanas.

Junto con las atletas viajó también una delegación de ocho altos funcionarios del Ministerio de Deportes norcoreano que inspeccionarán los recintos deportivos y los hospedajes que emplearán el resto de deportistas del Norte, que se cree que podrían llegar al Sur el 1 de febrero.

Tras años de desencuentro y tensión por el avance nuclear del régimen, los dos países convinieron que el Norte participaría en estos Juegos Olímpicos que se celebran a partir de febrero en el condado surcoreano de PyeongChang y que ambos desfilarían juntos bajo una bandera unificada en la inauguración.

Estos simbólicos gestos han contribuido al acercamiento y a aliviar la tensión en la península tras un 2017 marcado por las pruebas de armas del régimen y sus cruces de amenazas con el presidente de EU, Donald Trump, y Seúl insiste en que puede ser el primer paso para negociar la desnuclearización de Pyongyang.

No obstante, los acuerdos parecen generar un creciente descontento entre los surcoreanos y, según un sondeo publicado ayer, ya le han costado al presidente Moon Jae-in una destacable pérdida de popularidad, que se sitúa en 59%, seis puntos menos que hace una semana, su punto más bajo desde que llegó al poder en mayo.

Muchos estiman que se ha usado a las jugadoras de hockey del Sur para sacar rédito político, sacrificando a las atletas que llevan años preparándose para este momento.

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