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La Corte Constitucional de Colombia despenalizó la eutanasia en 1997 y el gobierno la reglamentó en 2015.

De 2015 a agosto de 2021 se realizaron 157 eutanasias legales en el sistema colombiano de salud, pero con el requisito de enfermedad terminal con un pronóstico fatal próximo de seis meses. En 2020 hubo 36 y de enero a agosto de 2021 se llegó a 26, con 44 en 2019, 24 en 2018, 16 en 2017, 7 en 2016 y 4 en 2015.

La Conferencia Episcopal de Colombia rechazó el veredicto de la Corte porque podría ser “un serio peligro para los más frágiles y vulnerables de nuestra sociedad, sobre quienes pendería el peso de la posible supresión de sus vidas, dando lugar a un serio condicionamiento para el ejercicio de las libertades” El Vaticano argumentó en 2020 que “incurable no significa incuidable”.

La ELA ataca progresivamente el sistema nervioso, afecta las células nerviosas del cerebro y la médula espinal, ocasiona pérdida del control muscular. La enfermedad también es conocida como la del beisbolista Lou Gehrig, primera base de Los Yanquis de Nueva York y diagnosticado con ELA en 1939 con una expectativa de vida de 36 meses que nunca cumplió, ya que falleció en 1941 a sus 37 años.

“Mi experiencia acompañando a Martha y a su familia es que la eutanasia o las decisiones sobre el final de la vida no son desesperadas ni nacen en la angustia. Se toman después de mucha reflexión, de conversarlo con la familia y se toman de manera anticipada”, relató Jaramillo.

“Esto es un aprendizaje para las personas jóvenes, para las que en estos momentos no estamos diagnosticadas con una enfermedad para que pensemos en el final de la vida y podamos abordar la enfermedad y la muerte como lo hace Martha, con mucha tranquilidad y mucha paz, en compañía de la familia”, agregó.

Al destacar que “el derecho a morir dignamente y tomar decisiones, independientemente de que sea la eutanasia o no, nos permite cerrar ciclos y relaciones, perdonarnos con nuestros familiares, despedirnos de familiares y amigos”, aseveró que Martha “nos invita a no ver el final de la vida y la muerte como un momento trágico, sino como un momento de descanso, tranquilidad y paz”.

“Martha nos invita a repensar nuestra relación con Dios. A pensar en qué es eso que representa Dios en nuestras vidas y ese Dios como lo reconciliamos con las decisiones autónomas y libres que tomamos sobre nuestra vida y nuestro cuerpo”, sugirió.

“Mi aprendizaje es infinito, profesional y jurídico y con Martha como persona, mamá de Federico que la apoya y acompaña. Él siempre repite que las personas deben apoyar a sus familiares, respetar sus decisiones y… aprender a soltar”, planteó.

Quizás por eso, Martha declaró que su tránsito por la vida fue “muy feliz, mucho”, por lo que ahora, ya agotada, su objetivo es claro: “Luchar, lucho por descansar”.

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