San José.— Centroamérica quedó sometida a la amenaza de un desabasto de mercancías por la decisión de Costa Rica de restringir el ingreso del transporte terrestre de carga por sus límites con Nicaragua y Panamá para evitar el riesgo de que camioneros foráneos transmitan el coronavirus y por la represalia nicaragüense de cerrar indefinidamente su frontera con suelo costarricense.

La movilización de bienes en Centroamérica del sur al norte y viceversa desde y hacia Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala y su estrecho nexo con el comercio con México sufrió una severa afectación, en un súbito y nuevo deterioro de las siempre tensas relaciones diplomáticas entre Managua y San José.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, acusó anteanoche a Costa Rica de provocar la crisis y aseguró que más de un millar de automóviles carga están varados en el lado nicaragüense a la espera de pasar al suelo costarricense.

La actitud de Costa Rica “tendrá un impacto negativo en el abastecimiento regional de productos indispensables, incluso para combatir el Covid-19 y un adecuado acceso de alimentos a la población”, afirmó Ortega.

Costa Rica limitó a partir de anteayer la entrada de choferes extranjeros en automotores procedentes de Nicaragua y Panamá, determinó que su tránsito con carga por suelo nacional sólo se permitirá con custodia policial en un viaje entre ambas fronteras e instruyó relevarlos con transportistas costarricenses al penetrar a este país. En reciprocidad, Ortega cerró ese día el paso limítrofe con Costa Rica a la movilización de automotores de carga desde y hacia territorio costarricense.

“Claramente no es nuestra intensión truncar el comercio regional”, respondió ayer el ministro de Salud de Costa Rica, Daniel Salas.

Las medidas se justifican en que 50 conductores foráneos portadores del virus fueron detectados este mes al intentar entrar a suelo costarricense en su mayoría provenientes de Nicaragua, adujo.

Al insistir en que los datos de transportistas enfermos “hacen evidente y urgente” la orden sanitaria en las fronteras, advirtió que “tomaremos” las resoluciones “necesarias” para la “protección” de los costarricenses frente al virus.

“Costa Rica no ha cerrado las fronteras ni ha cerrado el diálogo” regional, para “abordar el riesgo sanitario y asegurar la continuidad del comercio”, añadió, por su parte, la ministra costarricense de Comercio Exterior, Dyalá Jiménez.

La Federación de Cámaras y Asociaciones de Exportadores de Centroamérica y El Caribe instó a Costa Rica a suspender esas disposiciones, porque provocan que Honduras, Nicaragua y Panamá adopten actos similares que “limitarán el comercio intrarregional”.

“Este problema afecta a toda Centroamérica y debe evitarse que repercuta en serias implicaciones y daños a la economía que se calculan millonarias”, porque se debe proteger la salud, “facilitar el comercio de bienes y servicios esenciales para Centroamérica” y mantener el suministro y “la fluidez” comercial.

La Cámara de Exportadores de Costa Rica abogó por un balance “que no afecte el tránsito de mercancías” y “no impactar de manera negativa” a las firmas exportadoras y al abastecimiento de bienes de producción y consumo.

Registros de la Cámara mostraron que 92% de las exportaciones por más de 2 mil 445 millones de dólares al año de Costa Rica a Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala se envía por tierra en unos 5 mil contenedores al mes, con unos 2 mil productos de más de mil empresas exportadoras.

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