Bruselas.- La primera visita de Joe Biden como presidente de Estados Unidos a las instituciones comunitarias determinará si existe la genuina voluntad para un nuevo comienzo de las relaciones entre Estados Unidos (EU) y la Unión Europea (UE). 

“La ministerial constituye un verdadero examen para dos socios que consideran su amistad como la más importante”, dice a EL UNIVERSAL Amanda Paul, analista del European Policy Centre (EPC). 

“El que Biden haya elegido visitar la UE en su primera visita al exterior puede interpretarse como el deseo de relanzar las relaciones bilaterales, pero para ello se requiere ir más allá de las buenas intenciones”, apunta Karel Lannoo, Jefe Ejecutivo del Centre for European Policy Studies (CEPS). 

La cumbre arrancará con el reloj marcando las horas más bajas en las relaciones entre Washington y Bruselas. Durante los últimos cuatro años han estado sometidas a desgaste permanente, en un contexto de insultos, desplantes y acusaciones provenientes de la propia Casa Blanca. 

En su calidad de presidente de la Unión Americana, Donald Trump acusó a Europa de hacer “cosas terribles” a Estados Unidos y la llamó “enemiga” de su país. 

Trump acompañó su hostilidad hacia Europa con acciones concretas, que fueron desde medidas comerciales punitivas y la suspensión de las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), hasta renunciar a los más grandes logros construidos conjuntamente en la esfera global, como el acuerdo nuclear que evitaba que Irán avanzara con su programa de armas de destrucción masiva y el pacto climático de París. 

 “Existe el compromiso de ambos lados de que debe haber un cambio y que requieren encontrar soluciones, lo cual es probable considerando que Joe Biden es todo lo contrario a Donald Trump”, afirma Paul. 

“Biden es un transatlántico comprometido interesado en construir puentes y revertir la destrucción iniciada por Trump. Pero al final del día se requiere de verdadera voluntad política para avanzar”. 

Los analistas coinciden en que el proceso depende de la disposición a hacer concesiones. Amanda considera que el primero que debe mover ficha es Estados Unidos. 

Asegura que debe suspender las tarifas impuestas en marzo de 2018 a las exportaciones europeas de acero y aluminio por 25% y 10% respectivamente. De acuerdo con la Comisión Europea el valor de ese comercio equivale a 6.4 mil millones de euros. 

Por su parte, Lannoo dice que Europa no puede esperar cambios en la Casa Blanca sin dar nada a cambio. Insiste en que Bruselas no puede seguir desatendiendo quejas justificadas expuestas por Trump. 

“Para dar contenido a las buenas intenciones debe haber concesiones de ambos lados.  Si observamos el comercio bilateral, el balance siempre ha ido aumentando a favor de Europa, lo que demuestra un problema, exhibido correctamente por Trump”. 

Para ilustrar la problemática pone de ejemplo el sector automotriz. Mientras que la tarifa impuesta por EU a los vehículos europeos es de 5%, en Europa se aplica 10% a las unidades estadounidenses. 

“Europa siempre habla, pero nunca hace; Europa dice mucho, pero no se atreve a actuar, eso debe cambiar”, afirma. 

Lannoo asegura que si la apuesta es por un verdadero cambio, los socios deben comprometerse a resucitar el TTIP. Las negociaciones iniciaron con el presidente Barack Obama en 2013 y duraron hasta finales de 2016, cuando Trump le metió freno. En abril de 2019 la Unión Europea suspendió el mandato de negociación considerando el acuerdo obsoleto e irrelevante. 

Otra condición por cumplir, continúa, es darle estructura a las relaciones. “La clave es crear la estructura para darle forma y continuidad a las relaciones entre la UE-EU, pues no existe ninguna, no hay encuentros anuales”, cuando sí los hay con China, Japón, Corea del Sur, Canadá y próximamente el Reino Unido. “Con EU no tenemos estructura alguna, sólo disputas”, apunta.

SEGURIDAD Y DEFENSA 

El otro gran platillo de la parada de Biden en Bruselas es la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la primera ministerial a gran escala desde 2018. 

“Será ante todo un ejercicio de psicología porque los europeos quieren ver a un presidente de Estados Unidos comprometiéndose en Bruselas con el Artículo 5 de la OTAN sobre defensa colectiva y distanciándose de los comentarios de Donald Trump con relación al retiro de tropas estadounidenses de Europa”, dice a este diario Jamie Shea, veterano analista del think tank Friends of Europe. 

“Eso es muy importante porque los últimos cuatro años fueron realmente traumáticos para los aliados europeos. Trump llegó a decir que sacaría a EU de la OTAN. Así que se espera que EU refrende su compromiso con y la unidad de la OTAN”. 

Los dineros también serán debate. De acuerdo con el último reporte, sólo 11 socios cumplen con el compromiso de destinar 2% del PIB en defensa, el cual fue acordado antes de la era Trump, en 2014.  

“Biden dejará claro que pese a que es una nueva administración EU no puede sola y los europeos deben pagar su parte”. 

Igualmente se hablará de la presencia militar estadounidense en Europa, haciendo énfasis en la necesidad de más tanques, aviones y artillería; así como de Rusia y el desafío que supone la retirada de tropas de Afganistán, EU sale en julio y la OTAN el 11 de septiembre. 

El futuro de la Alianza Atlántica y el reto emergente que supone China, completan la agenda. “Los norteamericanos se están enfocando cada vez más en China y el Indo-Pacífico, y esto supone una pregunta existencial para la OTAN y los europeos: ¿Cómo mantener a EU involucrado en la OTAN cuando la mayor alianza militar no aborda su mayor desafío estratégico?” 
“Ha llegado el momento de hacerle un espacio a China en la agenda de la OTAN, un desafío distinto y de otro tipo de urgencia que Rusia”. 

Jamie Shea no ve aeronaves y navíos de la OTAN explorando el Indo-Pacífico, pero sí a una Alianza monitoreando las operaciones chinas en Europa, Mediterráneo y el Ártico, particularmente en el ámbito tecnológico. 

El experto sostiene que la visita de Biden a Bruselas tiene lugar en un momento en el que las democracias han entendido que compiten con regímenes autoritarios distintos a la Unión Soviética o al del iraquí Saddam Hussein, el serbio Slobodan Milosevic o el libio Muammar Gadafi, quienes no fueron oponentes ante la fuerza militar de occidente. 

Afirma que ahora son regímenes autoritarios más poderosos, inteligentes, con acceso a tecnología y recursos. 
 
Sostiene que occidente sabe que para derrotarlos la respuesta no es la confrontación, sino mejorando la democracia doméstica, alcanzando soberanía tecnológica y avanzando en la prosperidad interna. “La Unión Soviética fue derrotada desde fuera, ahora hay que hacer lo mismo vis a vis China”, insiste. 

El otro contexto en el que se da la cumbre es uno en el que los europeos saben que Biden podría ser “el último presidente europeo de la Guerra Fría”.  

“Si no usan la administración Biden para construir una fuerte relación transatlántica en tecnología, comercio, defensa y valores democráticos, nunca más tendrán la oportunidad, porque no habrá más un presidente estadounidense tan comprometido con Europa. No hay momento que perder, es hoy o nunca”, puntualiza Shea.

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