Washington.— Era esperado que el Senado de Estados Unidos, en el inicio del segundo juicio político al expresidente Donald Trump, superara sin muchos problemas el obstáculo planteado por los republicanos sobre la constitucionalidad del proceso de impeachment. Lo que no era tan evidente era que la que se esperaba una jornada más bien tediosa sirviera para revivir tan gráficamente el fatídico 6 de enero de 2021, fecha del asalto violento al Congreso de Washington por turbas trumpistas.

Los congresistas demócratas que actúan como fiscales en el proceso que tiene que determinar si Donald Trump es culpable de incitar a la insurrección con arengas a sus fanáticos para que derrocaran el órgano legislativo quisieron empezar el proceso judicial con todo el arsenal posible. Por ello, presentaron un video de 13 minutos y 24 segundos con una crónica aterradora de lo que se vivió en el Capitolio, con imágenes del caos, la violencia, la muerte y el pánico solapados con las declaraciones de Trump hacia sus seguidores.

La mayoría de los senadores, convertidos en jurado popular desde ayer al mediodía de Wa-shington en el tribunal que es ya el Senado, no pudieron evitar revivir esos momentos, en los que ellos mismos fueron las víctimas. Y, en su visión, la culpa de que ese asalto se produjera fue la retórica incendiaria de Trump.

“Eso es un grave delito y falta. Si eso no es una ofensa enjuiciable, es que no existe tal cosa”, dijo el congresista Jamie Raskin, quien lidera la acusación. Raskin fue el que hizo el relato más emotivo, sin dejar de lado la certeza de que sin la incitación de Trump no hubiera habido insurrección. “Este no puede ser nuestro futuro”, concluyó su discurso, “no podemos tener presidentes incitando y movilizando a una turba violenta contra nuestro propio gobierno”.

A su lado, el también demócrata Joe Neguse se quejó de la “excepción de enero”, que en su opinión quieren poner los republicanos en los mandatos presidenciales, haciendo que las últimas semanas de presidencia estén de facto libres de ser perseguidas penalmente. “Los presidentes no pueden inflamar una insurrección en sus semanas finales y marcharse como si nada hubiera pasado. Y a pesar de eso es la regla que el presidente Trump quiere que adopten”, alertó a los republicanos. Para Neguse, lo vivido el 6 de enero fue la “peor pesadilla de los padres fundadores”, y recordó que en caso de no condenar a Trump se dará vía libre a futuros mandatarios para actuar con impunidad.

La defensa de Trump fue caótica. El abogado que lidera la defensa, Bruce Castor, dedicó una hora a lanzar frases sin sentido, en un discurso inconexo que fue desde la oda al patriotismo de los senadores hasta memorias de su infancia; incluso admitió, al final de su relato, que la defensa “cambió su estrategia” de último minuto debido a la eficacia de los argumentos demócratas. En su opinión, la razón de que haya un impeachment es simple y llanamente que “la mayoría de la Cámara de Representantes no quiere enfrentarse a Donald Trump como rival político en el futuro”.

Su compañero de fórmula, el abogado David Schoen, fue más vehemente y contundente con su exposición, señalado que el proceso no va en el camino de la unidad que tanto prodigan unos demócratas que, dijo, sólo quieren eliminar la voz de los que votaron por Trump, en una maniobra “partidista” e “innecesaria”.

“Un presidente sólo es enjuiciable porque se le puede destituir”, argumentó Schoen, sosteniendo en su tesis de que el Senado no tiene jurisdicción contra un ciudadano privado como el expresidente.

La desorganización del equipo de defensa fue criticada incluso por algunos senadores republicanos. La conservadora Susan Collins criticó a Castor por parecer que no presentaba ningún argumento en concreto; Bill Cassidy, de Louisiana, declaró que los abogados de Trump fueron “desorganizados” e incluso llegó a sentir “vergüenza”. Cassidy fue uno de los únicos seis republicanos que votaron con el bloque demócrata para asegurar la constitucionalidad del proceso, algo que la mayoría de expertos legales constitucionalistas llevaban semanas repitiendo,

El voto final, 56-44, fue prácticamente igual que el de hace un par de semanas en una resolución sobre el mismo tema. Sólo Cassidy cambió su voto del “no” al “sí” tras la exposición de los congresistas demócratas.

Superado el obstáculo inicial, este miércoles empieza el juicio en sí mismo, con la presentación de argumentos iniciales de la acusación, representada por los congresistas demócratas, que tendrán hasta 16 horas para sus argumentos. Todavía quedan detalles por saber; por ejemplo, si habrá testigos o no, pero lo que se siente en el ambiente es que todo el mundo quiere que termine lo antes posible, teniendo en cuenta que ya se da por hecho que Trump será exonerado, una teoría que ganó enteros tras la votación de ayer.

El que parece que no va a estar atento a lo que pase en el Capitolio es el presidente Joe Biden. Ayer, desde el Despacho Oval, confesó que no va a dedicar ni un minuto al tema, porque su tarea es, según dijo, hacer que Estados Unidos supere cuanto antes la crisis de coronavirus y económica que está viviendo. “Ese es mi trabajo”, dijo a los periodistas antes de una reunión con líderes empresariales. “El Senado tiene su trabajo y están por comenzarlo. Estoy seguro de que se van a comportar bien. Eso es todo lo que voy a decir sobre el impeachment”, remató el presidente.

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