Ginebra.— Malawi lanzó ayer la primera prueba a gran escala de la vacuna experimental más avanzada concebida hasta ahora contra la malaria, enfermedad que causa centenares de miles de muertes todos los años en África.

Es resultado de más de 30 años de trabajo y con una inversión de unos mil millones de dólares. La campaña tiene como objetivo confirmar la efectividad de la vacuna en niños menores de dos años, los más vulnerables al paludismo, el otro nombre con que se conoce esta enfermedad.

La vacunación comenzó ayer en Malawi y continuará la semana próxima en Ghana y Kenia, los otros dos países piloto del programa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aspira a vacunar a 120 mil niños en cada uno de estos tres países, de aquí a 2020. Las primeras dosis se administraron en el Centro de Salud de Mitundu, a 45 km al oeste de la capital Lilongwe: “Éste es un nuevo sistema de control y prevención”, señaló Michael Kayange, subdirector del Ministerio de Salud de Malawi.

Así, este país espera evitar un millón de los seis millones de casos de malaria que se detectan cada año y prevenir las cuatro mil muertes que provoca, agregó. Bautizada Mosquirix o RTS,S, la vacuna fue desarrollada por el gigante farmacéutico Glaxo- SmithKline y la ONG Path, y financiada por la Alianza Mundial para Vacunas (GAVI), el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida y el Paludismo y la UNICEF. Con los ensayos preliminares realizados entre 2009 y 2015 se pudo reducir en 39% el número de episodios de paludismo en los niños de 17 meses a cinco años.

Su eficacia es relativa, pero los investigadores y las autoridades sanitarias esperan que, asociada a los medios de prevención como los mosquiteros impregnados de repelente, permitirá reducir significativamente el número de víctimas.

Según las estadísticas de la OMS, África es por lejos el continente más afectado por el paludismo, con 90% de las 435 mil personas muertas en el mundo en 2017 por esta enfermedad que transmiten mosquitos. Los niños menores de cinco años representan más de dos tercios de estas muertes.

“La malaria puede matar a un niño en menos de 24 horas”, recordó el doctor Tisungane Mvalo, pediatra y miembro del equipo científico dirigido por la Universidad de Carolina del Norte (UNC) en Chapel Hill, Estados Unidos.

También Latinoamérica tiene regiones endémicas, con un preocupante repunte en Venezuela.

“La situación venezolana nos preocupa mucho en la OMS”, admitió Alonso, quien destacó que después de que ese país fuera uno de los primeros del mundo en erradicar la enfermedad, hace más de medio siglo, ahora vuelve a tener alrededor de medio millón de casos anuales, cifra que se teme esté aumentando cada año.

A pesar de los progresos registrados durante la década pasada, “los esfuerzos para controlar la malaria se han estancado en los últimos años”, advirtió el doctor Jonathan Juliano, investigador de la UNC.

“En algunas regiones de África, incluso han aumentado los casos de infección”, acotó.

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