El alimento es uno de los pilares más importantes de nuestra salud. Desde el nacimiento nos alimentan, aunque sin tener la capacidad de elegir que alimentos consumimos. Y desde esa temprana etapa, la comida se incorpora a nuestros hábitos de vida, para formar un cuerpo saludable o en su defecto, un organismo propenso a las enfermedades.

Desde que nacemos contamos con una ‘programación’ única e individual; nuestro paladar se acostumbra y familiariza con alimentos desde que somos niños. Pero ¿qué pasa cuando ya tenemos la ‘libertad’ de elegir lo que comemos? En ese momento lo más cómodo es seguir nuestro instinto natural, que proviene de nuestra niñez y de los hábitos que incorporamos. Es decir, comer lo que desde niños nos daban nuestros padres, repetir patrones alimenticios.

¿Cómo saber si esta práctica nos beneficia o nos afecta?

· Hacer de la alimentación un proceso consciente.

No elijas lo fácil o práctico. Selecciona conscientemente lo que tu cuerpo necesita para estar sano, en lugar de sólo saciar el antojo o el hambre. Y ojo, el antojo hay que complacerlo a veces, pero con responsabilidad. Si complaces diario el antojo de azúcar y varias veces al día, los resultados serán devastadores para tu salud.

· Come sin prisa, degusta.

Yo soy un clásico ejemplo de comer en el escritorio, leyendo, contestando emails, sin plática, ni sobremesa. He aprendido que comer conscientemente es necesario para que nuestro cuerpo entre en el proceso de digestión de manera calmada, y que el organismo absorba los nutrientes. Esa es la única tarea que nuestro organismo debe llevar a cabo en ese momento.

· Prepararnos para comer, y hacerlo bien

El proceso de alimentación comienza desde que decidimos que vamos a comer, lo pensamos, olemos y nos ambientamos para la comida. Ahora bien, el proceso de digestión comienza desde que masticamos. Masticar correctamente no es ‘echártelo’ a la boca y tragar. Es realmente masticar, triturar, disfrutar la comida. Al hacerlo, ayudamos a nuestro proceso digestivo, nos saciaremos adecuadamente, y por ende, comeremos menos, y mejor.

· Identificar cuándo es hambre, y cuándo es sed.

Es importante que nos acostumbremos a escuchar a nuestro cuerpo; para determinar (y saber) si es sed o hambre, en la primera indicación de apetito, toma agua; si desaparece la sensación, ya sabes, no era realmente hambre. El organismo avisa cuando está deshidratado y es común confundirlo con hambre.

· Revisa tu cocina.

Buena oportunidad para hacer limpieza y eliminar la mayor parte de las cosas que no aportan a nuestra salud. Claro, ¡no todo!, somos humanos, y un guilty pleasure es bueno de vez en cuando. Observa etiquetas, cantidad de azúcar, sal y grasas de los alimentos. Procesados versus orgánicos y naturales. Los mercados son un excelente lugar para comprar alimentos no procesados.

· Comer hasta estar satisfecho, no hasta ‘reventar’.

Pongamos límites; saber cuando ya saciamos el hambre. A muchos nos enseñaron que había que comerse todo lo del plato y no desperdiciar. Y la parte que es verdad es la de no desperdiciar. Si ya estas satisfecho, dona lo que no te vas a comer a quien lo necesite. Y todavía más importante, sirve en tu plato o pide lo que sabes que es suficiente.

· No vivas de snack

Hay que observar cuanto snack/merienda consumimos versus cuantas comidas completas y nutritivas hacemos. Si nos monitoreamos correctamente, podremos darnos cuenta si la mayor parte de calorías están en los snacks o en las comidas.

Es recomendable que comamos mientras hay luz del sol. El funcionamiento de los órganos vitales de nuestro organismo está alineado con la luz solar. Nuestro cuerpo trabaja al máximo de día y se recupera de noche.

Se que puede ser difícil cuando tenemos múltiples cenas o salimos tarde de trabajar. Si ese es el caso, haz tu comida mas completa en el almuerzo, y que la cena sea de fácil digestión. Recuerda que, si ponemos a trabajar nuestro organismo en la noche, su actividad competirá con la de la limpieza y regeneración, que necesita ocurrir.

Si detectas que, lo que comes hoy no te ha funcionado para tener buena salud, ¡detente! Es momento de evolucionar y transformarse; sí, cuesta trabajo, pero los resultados serán maravillosos. No te arrepentirás de mejorar tu relación con la comida.

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