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Culiacán.— A un mes de que inició abiertamente la guerra entre Los Chapitos y Los Mayitos, facciones del Cártel de Sinaloa, la vida ha cambiado de forma radical para la población de Culiacán.
Los ciudadanos se ven obligados a refugiarse en sus hogares al caer la noche y reducir sus salidas en el día pues temen convertirse en víctimas colaterales de balaceras, ser objeto de asaltos o despojos violentos de sus vehículos, o contarse entre los desaparecidos. Esta ola violenta había dejado hasta ayer, de manera oficial, 167 muertos y 187 personas privadas de la libertad.
Con este escenario, algunos bares y centros de diversión nocturna cambiaron de modalidad; ahora promocionan tardeadas los fines de semana, que inician a las dos de la tarde. Las plazas comerciales abren más temprano y cierran a las siete de la noche, mientras que los músicos tomaron las plazas y esquinas de las calles principales para tocar y pedir una cooperación a la gente.
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El golpe económico a emprendedores con capacidades diferentes y pequeños comerciantes de artículos no esenciales, provocada por el desplome de sus ventas y cierres parciales de establecimientos, es compensada con una pequeña ayuda del municipio de Culiacán, que dio 5 mil pesos a cada uno.
Pérdidas millonarias
Se estima que el daño a la economía en los tres municipios más afectados, Culiacán, Elota y Navolato, asciende a 8 mil 109 millones de pesos. Tan sólo el sector del comercio organizado en Culiacán, con 20 mil socios, calcula sus pérdidas de venta en 600 millones de pesos.
La industria restaurantera, que en la capital del estado cuenta con 373 socios, reportó que entre los días 9 y 17 de septiembre resintió una caída de casi 80% en los consumos. También se vio obligada a modificar sus horarios.
Miguel Taniyama Ceballos, chef de ascendencia japonesa, se dolió de esta situación. Señaló que en su restaurante, que tiene una larga trayectoria en Culiacán, ya tuvieron que eliminar el servicio nocturno por la ausencia de comensales y la seguridad del personal.
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“A las siete de la noche, en la capital del estado, casi todas las actividades se mueren. No hay transporte, la gente no sale de sus hogares y se resguarda por temor”, dice.
Reconoce que a un mes del inicio de los enfrentamientos entre las facciones del Cártel de Sinaloa prevalece el miedo y la incertidumbre, pues 27 restaurantes de diversos tipos, muchos de ellos ubicados en zonas muy atractivas, se han visto obligados a cerrar sus puertas, posiblemente de forma temporal, mientras pasa la violencia.
Esto también sucede con los comercios, sobre todo en Culiacán, pues pese a la vigilancia de la Guardia Nacional, muchos bajan la cortina a las seis de la tarde por temor a los asaltos y saqueos. Los pocos que tienen la infraestructura y los medios han cerrado sus tiendas físicas y continúan sus ventas por internet.
Entre el trabajo y el miedo
Hace tres años Luz María abrió una pequeña estética que se ubica en una de las calles al final del primer cuadro de la capital del estado. Cuenta con empleadas quienes, debido a la violencia, han tenido que quedarse a dormir en el local.
Luz María dice que los clientes dejaron de ir y ella ya casi agota sus ahorros para mantener el negocio.
“Yo no sé qué voy a hacer. Tengo necesidad de continuar con mi negocio, pero temo por mi vida y la de mis empleadas, están muy jovencitas y les aterra caminar por las calles, sobre todo cuando oscurece”, dice.
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Luis Fernando, un arquitecto de 30 años, señala que no tiene más opción que salir de su casa temprano y rezar que nada le suceda. Tiene esposa y un hijo de cinco años, al que decidió no enviar más a la escuela, pues prefiere que pierda el año a que un día algo le pueda suceder.
“Claro que tengo miedo. Por las noches tengo sobresaltos con las continuas detonaciones que escucho muy cerca de mi casa, pero no tengo opción de irme a otra ciudad o estado, tengo trabajo que realizar y sacar adelante a la familia”, expresa.
La maestra Lucía, quien desde hace 12 años trabaja en un colegio privado, señala que no se puede insistir en clases presenciales con la situación que se vive en Culiacán.
“Mi consejo es que se continúe con las clases [virtuales]. No se puede exponer a los alumnos ni nosotros mismos a ser una estadística más de víctimas colaterales”, externó.
El desabasto
Derivado de las confrontaciones armadas en las dos principales carreteras, la federal número 15 y la Maxipista Culiacán-Mazatlán, donde se registran bloqueos con unidades de cargas incendiadas, el abasto de alimentos y suministros se empieza a ver afectado.
Luis Armando Becerra Pérez, catedrático universitario y especialista en economía, estima que las pérdidas monetarias a causa de la violencia, tan sólo en Culiacán, Elota y Navolato, ascienden a 8 mil 109 millones de pesos.
El experto, expresidente del Colegio de Economistas de Sinaloa, puntualizó que el mayor quebranto económico que se ha visto a lo largo de un mes de extrema violencia es la caída drástica en ventas en los comercios formales e informales y consumos de alimentos, por un monto de 6 mil 65 millones de pesos.
Aclara que aún falta por cuantificar el impacto negativo en la actividad turística y de servicios, en las que se incluyen servicios de hospedaje, transportes aéreos y terrestres, así como cancelaciones de eventos de tipo empresarial.
Sergio Álvarez Torres, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, expone que la movilización terrestre de mercancía entró en una etapa complicada y de encarecimiento en las tarifas de los fletes, por temor de los conductores a ser víctimas colaterales o de despojo de sus unidades con toda su carga.
Indica que hay 40 empresas del sector agrícola con complicaciones en el desplazamiento de sus productos hacia el sur del país.
Lamenta que para su sector no hay apoyos o estímulos para compensar las pérdidas que se resienten por la prolongación de la violencia, pues lo único que les han ofrecido por parte del gobierno son créditos con tasas preferenciales del 14%.
El origen de la violencia
Los enfrentamientos abiertos entre Los Chapitos y Los Mayitos, facciones del Cártel de Sinaloa, se originaron con la detención de Ismael El Mayo Zambada por parte de autoridades estadounidenses el pasado 25 de julio.
De acuerdo con lo revelado por el propio Mayo Zambada en una carta abierta, fue convocado a una reunión por Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo Guzmán, quien lo habría llevado a territorio de Estados Unidos contra su voluntad para entregarse ambos ante las autoridades de ese país.
En dicha reunión habría sido asesinado el exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén Ojeda.
El 17 de agosto fue asesinado Martín Garcia Corrales, El Tano, del grupo de El Mayo.
Pero fue hasta el 9 de septiembre que la guerra entre ambos grupos se desató en Sinaloa.