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Puerto Escondido.— Ariadna Almaraz tiene 11 años y nunca había escuchado que las tortugas podrían extinguirse en pocos años. Se enteró gracias a un taller donde le explicaron que ella y otros niños son importantes para evitar su desaparición.

Sentados en un pequeño salón de madera y lamina, Ariadna y otros 41 niños de la primaria José María Morelos, en la colonia Las Flores de Puerto Escondido, observan atentos un video sobre el ciclo de vida de las tortugas marinas.

Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas
Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas

Ariadna se entera también que ella y sus compañeros son parte importante en el trabajo de conservación, pues comer huevos de estos reptiles que aparecieron en el mundo antes que los dinosaurios forma parte de la cultura de los pueblos costeños, por lo que no basta con rescatar nidos para garantizar su supervivencia: se necesita su labor para que esto cambie.

“Aquí, en comunidades de la Costa, aún se consumen los huevos. En ocasiones, se captura a la tortuga y se mata para vender la carne. Dicen que los huevos son afrodisiacos”, señala Lizeth Serna, profesora de sexto de primaria, quien está convencida que a través de los niños la información puede llegar a los padres de familia y apoyar la concientización sobre el tema.

Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas
Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas

Fue hace tres años cuando los integrantes del fondo apostaron al trabajo con niños que habitan en las comunidades que cuentan con playas de anidación de tortugas.

“Sabemos que son las generaciones futuras y que ellos son los que pueden ir cambiando, desde pequeños, los hábitos de no consumir y proteger a las tortugas”, dice.

Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas
Niños oaxaqueños, la esperanza para salvar a tortugas marinas

En esta temporada de anidación, el fondo trabaja con nueve primarias, pese a que se trata de un año difícil, pues la austeridad del gobierno federal los dejó sin la posibilidad de presentar proyectos para obtener financimiento, a eso se sumó que otras organizaciones que los han apoyado destinaron los fondos a otras causas, como la recontrucción tras los sismos.

“Este año nos vemos escasos, no hemos logrado conseguir recursos, pero gracias a una donación fue que pudimos garantizar el material para que los campamentos sigan operando”, explica Arely.

La donación llegó de Subway, empresa estadounidense que impulsa la campaña #NoSalvemosALosPopotes y que se puso como meta reducir 50% de su circulación para 2020. A tres meses del arranque, Jesús Rodríguez, gerente de responsabilidad social para América Latina, asegura que han logrado que en la región se retiren unos 970 mil popotes y 250 mil tapas al mes, que representan 325 kilómetros cuadrados de plástico que no llegaron al mar, algo así como 45 canchas de futbol.

“Buscamos ayudar a contar su historia y a que la gente apoye sus esfuerzos a largo plazo”, señala.

Tras armar rompecabezas y conocer sobre las golfinas, prietas y laúd, Ariadna dice que le contará a su familia que pueden ayudar a que las tortugas no desaparezcan de los mares y está ansiosa por liberar a una golfina recién nacida, actividad con la que cerrará el taller.

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