Minatitlán.— El termómetro marcó los 28 grados en Minatitlán y en el rostro de los familiares de Yesenia Mollinedo Falconi se notaba el cansancio. Las extenuantes temperaturas y el ambiente hostil al que se enfrentan los medios de comunicación al sur de Veracruz provocaron que el velorio de la periodista se ensombreciera y se mantuviera desolado.

Se cuentan dos días desde que Yesenia fue asesinada junto a Sheila Johana García Olivera, camarógrafa del medio digital El Veraz, y llegó la hora del sepelio.

Alrededor de las 10:45 horas de ayer, familiares y compañeros de las reporteras caminaron detrás de una camioneta que llevaba el cuerpo de Yesenia en el panteón Hidalgo para despedirse de ellas entre llantos y desencajo. El asesinato de las periodistas fue publicado y comentado a nivel internacional, pero al panteón municipal llegaron no más de 20 personas.

La inseguridad provocada por la delincuencia en Minatitlán y Cosoleacaque impidió que Yesenia y Johana fueran despedidas por algunos de sus familiares, pues “temen ser atacados”.

Esto no le importó a doña Aurora, madre de Yesenia. Su hija menor fue asesinada un día antes de que festejaran el Día de la Madre y días después de que le confesara su miedo a ser atacada por la delincuencia.

La mujer caminó del brazo de sus hijos hasta la fosa. La premura de los hechos la obligó a pasar en vela estos días frente al féretro de su hija y su salud se encuentra desgastada.

“Me dejaste muy sola, hija. Te amo. Que la luz de Dios brille en ti. Adiós, madre mía. Mi bebé”, se despidió doña Aurora.

Luego de esto, reinó el silencio. El llanto desconsolado de la madre abrazó el lugar y, por un momento, la mujer se deshizo en los brazos de su hijo. En ese momento olvidó que, desde que asesinaron a Yesenia y Joahana, sujetos desconocidos a bordo de motocicletas acechan su casa y que reciben llamadas de números desconocidos. Esta situación los aturde. El miedo es contaste y temen por su vida.

Minutos después y alejada de la familia de Yesenia, a pesar de que mantenían una relación pública, llegó el cuerpo de la camarógrafa. A Sheila Johana la acompañaron tres de las personas más importantes para ella: sus hijos, de seis, 11 y 15 años. Abrazados de sus familiares, despidieron a su madre.

Desde que Johana trabajaba en El Veraz, la relación con ellos floreció y disfrutaban el ir al cine juntos. Johana encontró en el periodismo un escape del alcoholismo, pero a casi seis meses de iniciar, su sueño se frustró. Al igual que Yesenia, el sepelio no duró más de media hora.

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