Monterrey.— Inaugurado en 1943 y clausurado el 30 de septiembre pasado, el penal del Topo Chico empezó a ser demolido ayer.

Durante casi un mes y medio, el lugar estuvo abierto para que la gente conociera su historia, como parte de una estrategia para intentar inhibir conductas delictivas, principalmente entre jóvenes.

Desde el 8 de noviembre hasta el 15 de diciembre del año pasado, cientos de personas, sin acompañamiento de menores, realizaron visitas guiadas en el excentro penitenciario.

Ahí recibieron información sobre personajes famosos de la política, el mundo empresarial y deportivo que estuvieron internados en las celdas; también conocieron los motines que dejaron decenas de muertos.

El último ocurrió en marzo del año pasado, el cual registró un deceso, aunque el más devastador registró 49 muertos.

En octubre y noviembre pasados, el penal fue sometido a un estricto proceso de limpieza y desinfección. Grupos de búsqueda de dependencias federales y estatales trataron de encontrar restos humanos en los patios y en las cañerías del drenaje, ante la presunción de que grupos del crimen organizado que se disputaban el autogobierno pudieran haber   terminado de esa forma con sus adversarios que se negaban a someterse a la extorsión.

Con una inversión de aproximadamente 650 millones de pesos, el gobierno de Nuevo León proyecta la construcción de un parque recreativo que beneficiaría a los nuevoleoneses que viven al noroeste de la zona metropolitana.

Esto luego de que sean totalmente demolidas las instalaciones y retirados los escombros sobre el terreno de 10 hectáreas que ocupaban las celdas, oficinas y patios, entre otras áreas.

En la zona, que está comunicada por la Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo Metro, se contempla   la creación de un nuevo edificio para el Archivo General del Estado, obra que concluiría en 14 meses.

El viejo reclusorio fue construido para tener a poco más de 3 mil reclusos en su interior; sin embargo, llegó a haber hasta 7 mil.

Algunos presos famosos fueron el empresario Jorge Lankenau, el exgobernador Rodrigo Medina de la Cruz, así como los jóvenes guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, Elías Orozco Salazar y Miguel Ángel Torres Enríquez, acusados de privar de la vida al líder empresarial Eugenio Garza Sada.

También fue huésped del centro penitenciario el jefe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS),   Miguel Nazar Haro, acusado de ser uno de los artífices de la “Guerra Sucia”.

Otro interno famoso que estuvo en el Topo Chico fue el doctor Alfredo Ballí, acusado de desmembrar a un joven con su instrumental médico. Aquél crimen que impactó a la sociedad nuevoleonesa se vio reflejado en   la película El silencio de los inocentes, basada en un libro del escritor Thomas Harris.

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