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Nació en Navojoa, Sonora. Sus amigos de la primaria recuerdan que en el salón siempre hacía voces y se presentaba a sí mismo como si estuviera a punto de comenzar un show. No fue consciente, hasta muchos años después, de la influencia que la radio tuvo sobre él en la infancia.

Con su voz imponente y perfectamente educada, El Lobo, como lo apodan, cuenta que era fan de las radionovelas.

Un día, dice, tendría ocho años y al ver que estaba por comenzar Corona de espinas, se fue en bici a la estación local de Navojoa para ver entrar a los actores.

La decepción fue grande cuando le dijeron que eran grabaciones desde la Ciudad de México.

“Cuando oía la radio se me llenaba el espíritu de contento y decía: yo quiero ser ese”, pensaba también en ser el héroe anónimo de la radio, porque no lo veías. Ese es el encanto que tiene la radio, tú te imaginas al villano, al muchacho chicho de la historia, es como leer un libro”.

Fue hasta la prepa que un maestro supo detectar su talento y darle la dirección correcta: le recomendó viajar a la Ciudad de México, al llegar, supo que necesitaban periodistas en Televisa y fue.

“Me hicieron la prueba, en aquellos años yo era un joven desconocido, para mí fue muy emotivo que Roberto Armendáriz, que era el director y locutor, me hablara de usted y me dijera: ‘Quédese por favor, vamos a dar un curso de educación de la voz y terminando el curso, hablamos’. Ese ‘por favor’ me marcó”, recuerda llorando.

Comenzar como relator de noticias le dio muchas herramientas, luego le tocó vivir la etapa final de las radionovelas. Así conoció a su adorada Lucila de Córdova y a Héctor Martínez Serrano.

“Me impactó conocerlos porque ahí sí no correspondía lo que veías con lo que escuchabas. Era una mujer anciana caminando con dificultad haciendo papeles de dama joven. Impresionante”.

Fue narrador de la radionovela El rostro del amor, que recuerda como una tarea difícil porque venía con la técnica del relator.

“Vi cómo empezó a decaer todo eso de las radionovelas, en esa época llegó un director joven que vino a cambiar todo, Jaime Almeida Pérez, que en paz descanse. Él era un jovenazo y le trajo a la W una etapa de modernidad”.

El Lobo dio dos décadas de su vida a esta empresa, hasta 1998 (cuando las oficinas ya estaban en Tlalpan); también le interesó lo político, incluso hizo líder del sindicato de locutores de 83 a 89; luego fue por la presidencia del Sindicato Nacional de Locutores de México, y entró justo después de Paco Stanley, del 88 al 91.

“Fui un loco porque quise hacer muchas cosas y muchas las logré, fui un loco porque descuidé mi carrera por atender asuntos políticos que no me correspondían. Ser líder sindical, ser presidente de una asociación nacional quita mucho tiempo, es muy ingrata la labor y hay que tener vocación”.

Sin embargo, agradece haber tenido muchas oportunidades, como la de discutir con uno de los Azcárraga las condiciones laborales de los empleados.

Después de esa etapa, decidió volver a la conducción.

Actualmente trabaja en La Sabrosita 590 AM, es conductor de eventos y da clases.

Respecto al cambio de manos que acaba de vivir la XEW, señala: “Televisa hizo radio malita, perdón. No es que yo crea que son mejores los señores Alemán y su equipo, pero don Miguel Alemán Velasco hizo una transmisión histórica, la llegada del hombre a la luna. Yo creo que sí va a mejorar, sobre todo porque alguien que compra llega para invertir, quitar lo que no le parece y para poner. y Magnani dirigió la XEW FM en los años más gloriosos de la W, que fueron los 80 y parte de los 90, el hombre sabe de radio”.

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