En vísperas de las elecciones de gobernador en 2017, en el Estado de México, Coahuila y Nayarit, los dirigentes de los cuatro partidos principales del país, PRI, PAN, PRD y Morena, están más ocupados en atender conflictos internos o coyunturas personales, que en preparar a sus partidos para la competencia electoral en los últimos comicios locales antes de las elecciones presidenciales del 2018, y atraen más reflectores por temas políticos que por su trabajo partidista.

Por ejemplo, Ricardo Anaya del PAN, es acusado de jugar un “doble juego”, como presidente del partido y aspirante al 2018. Precandidatos presidenciales como Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, y ex dirigentes como Gustavo Madero le exigen definir si quiere ser candidato presidencial o presidente del partido porque las dos actividades, dicen, son incompatibles y promover sus aspiraciones desde la dirigencia, fracturaría al panismo y afectaría la equidad en la contienda interna a la que está obligado como dirigente.

Pero Anaya ignora a sus correligionarios. El joven dirigente, aunque nunca ha declarado públicamente su aspiración, tampoco se descarta y deja correr encuestas en las que aparece como precandidato junto a Margarita y Moreno Valle. De hecho, cercanos al dirigente, responden así a señalamientos sobre la “doble condición” de Anaya: “Los estatutos del PAN no impiden a ningún panista hacer precampaña presidencial”.

La encuesta presidencial más reciente, de GEA-ISA levantada el 21 de septiembre —que difunden desde el CEN panista— arroja que Ricardo no sólo encabeza la lista de aspirantes del PAN al aparecer con 26% de intención de voto entre electores abiertos, contra 18% de Margarita y 9% de Moreno Valle, sino que según esa encuestadora, también Anaya aparece delante de precandidatos de otros partidos: el panista tendría 21% de preferencias, contra 15% de Miguel Angel Osorio, 14% de AMLO, 6% de Miguel Ángel Mancera y 3% de Jaime Rodríguez El Bronco.

Y si a Anaya lo cuestionan por sus aspiraciones, al dirigente del PRI, Enrique Ochoa Reza, el cuestionamiento le llegó vía filtraciones que revelaron el jugoso monto de liquidación que se llevó tras renunciar a la CFE: 1 millón 200 mil pesos, libres de impuestos. La filtración mereció ayer una respuesta inmediata de Ochoa ante las críticas de que se trató de una liquidación “fuera de norma” y que no tenía derecho. “Sé que hay muchos intereses que estamos afectando y a muchos políticos que van a intentar detenernos”, dice en un video donde justifica el pago de su finiquito y dice que “es legal” y que no sólo él sino varios ex directores de CFE recibieron un finiquito “conforme a lo que marca la ley” y que el suyo no es “ningún trato privilegiado”.

Pero lo que más llama la atención en el video es que Ochoa se queja de que la filtración de su liquidación se diera un día antes de que la Comisión de Justicia Partidaria se reúna este lunes para revisar la actuación de priístas acusados de corrupción. Sin mencionarlos, el líder priísta se refiere a los gobernadores Javier y César Duarte, Roberto Borge y el ex gobernador Rodrigo Medina a los que parece atribuir la filtración en su contra. ¿Acaso Ochoa sabe que la balconeada de su jugosa liquidación fue “fuego amigo” y proviene de alguno de los gobernadores que hoy pueden ser suspendidos o expulsados del PRI? ¿Será Javier Duarte, César o Borge el que disparó contra el dirigente priísta, según él afirma?

Mientras los dirigentes de PRI y PAN apagan sus fuegos internos, en el PRD Alejandra Barrales y en Morena, Andrés Manuel López Obrador, no tienen conflictos internos y eso les permite a, ambos, dividir su tiempo entre las labores partidistas y una promoción personal para sus proyectos políticos en 2018: la presidencia en el caso del tabasqueño y la jefatura de Gobierno de la ciudad, en el caso de Barrales. Los dos son aspirantes claros y bien posicionados en encuestas y, hasta ahora, el cargo de dirigente no les estorba y más bien les ayuda en sus aspiraciones.

La pregunta es, entre conflictos internos y campañas personales, ¿en qué momento los dirigentes de esos cuatro partidos se dedican al trabajo partidista para el que los eligieron y por el cual cobran con recursos públicos?

NOTAS INDISCRETAS…Dicen fuentes bien informadas de Los Pinos que el presidente Peña Nieto no mandó a Luis Videgaray a su casa, faltaba más. El ex secretario de Hacienda está encargado de preparar la estrategia electoral del PRI para la competida elección en el Edomex y también para la no menos competida y complicada elección presidencial en 2018. Sigue siendo el “genio” de la botella para el presidente…Los dados abren semana con Serpiente. Mala señal.

sgarciasoto@hotmail.com

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