En las sombras de la reforma educativa —que se perfila como el legado más relevante de la administración Peña Nieto—, un fantasma recorre pasillos y oficinas públicas. Rehúye la luz del sol, incluso evita cualquier manifestación de su existencia. Pero aguarda la batalla final para que su destino sea revelado.

Este fantasma es el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a cuyo frente fue colocado Juan Díaz, alguna vez operador principal de Elba Esther Gordillo y su relevo formal tras el arresto de la otrora poderosa lideresa, que el próximo mes cumplirá tres años en prisión.

Luego de muchos meses de una estrategia errática, el gobierno federal ha logrado someter a la disidencia magisterial. Se asoma ya el momento de que el secretario de Educación, Aurelio Nuño —ubicado públicamente como aspirante presidencial—, exhiba su plan sobre el SNTE, acaso el principal enemigo, hasta ahora agazapado pero 10 veces más grande, poderoso y extendido.

La acción gubernamental no ha tocado hasta ahora una sola coma de los contenidos educativos. Muestra de lo anterior es que el actual modelo de la currícula de enseñanza primaria, por ejemplo, sigue dominado por el llamado Acuerdo 592, elaborado por Fernando González Sánchez, yerno de Elba Esther Gordillo y subsecretario de Educación entre 2006 y 2011, en el gobierno de Felipe Calderón.

Según consenso de actores cercanos al episodio, la ruptura entre la señora Gordillo y el ahora presidente Enrique Peña Nieto se fraguó cuando ella no logró el compromiso del entonces mandatario electo para que su yerno, el citado Fernando González, fuera el siguiente secretario de Educación Pública. En su lugar llegó Emilio Chuayffet, un viejo enemigo de la ex lideresa magisterial. La suerte estaba echada.

La llamada reforma educativa ha sido hasta ahora una batalla política por el control financiero y burocrático de un sistema que durante décadas permitió la infiltración de los ten-
táculos del SNTE. Ahí siguen los líderes sindicales, gobernando en un reinado clientelar que incluye múltiples negocios a costa de los maestros, desde inmobiliarios hasta la usura. Segmentos fundamentales de ese imperio están intactos. Sólo cambiaron de manos.

Un ejemplo sencillo y marginal de los negocios del SNTE —pero también de su vileza—, lo es la empresa ETESA, que durante años ha ofrecido préstamos a modestos profesores cuyo sueldo suele agotarse antes de cada quincena. Pero ahí están los créditos con la bendición del sindicato. No importa que los intereses puedan alcanzar el 100%. Los dueños de ETESA han operado siempre gracias a un acuerdo con quien conduce el gremio. Antes fue la maestra Gordillo, ahora lo es el maestro Díaz.

Lo que sí ha cambiado es la especulación con el sistema de pagos a los profesores del país, que permitía a los gobernadores componendas diversas, muchas de ellas de la mano del SNTE. Esos pagos volvieron al control de la SEP, lo que representó una regresión en la descentralización y en el federalismo, pero canceló en los estados un hoyo negro financiero.

En el círculo cercano a Juan Díaz conviven hoy desde actores dominados por las pesadillas ante el peligro de un próximo día del juicio final, hasta “halcones” que alistan una batalla en alianza con una decena de gobernadores que no encuentran incentivo para sumarse a la causa de Nuño.

Díaz de la Torre, nacido en Santa Gertrudis, Jalisco, en los años 50 —las biografías oficiales ocultan su edad—, se graduó como maestro normalista en 1973 y laboró frente a grupo en primarias y secundarias de su estado. Cursó una licenciatura en Educación Media y luego una maestría en Pedagogía. Pero su trayectoria política corrió siempre de la mano de su tutora, la señora Gordillo, que lo hizo líder seccional, funcionario público, y en 2011 acabó ungiéndolo secretario general del SNTE, ya como su brazo derecho.

El laberinto jurídico en que se ha convertido el juicio contra la maestra Gordillo —sus abogados han interpuesto más de 70 amparos— incluye una reiterada exigencia para que Díaz de la Torre reconozca judicialmente que es su firma la que aparece en la mayoría de los cientos, casi miles de cheques emitidos por oficinas del sindicato y luego cambiados en efectivo para de inmediato pagar las tarjetas de crédito, las casas y los múltiples caprichos de la dirigente y de sus protegidos.

Soralla Bañuelos, responsable jurídica del SNTE, ha bloqueado, con la ayuda de los jueces, que Juan Díaz sostenga un careo con su ex jefa Gordillo. En pago a sus destrezas, esta abogada que también resulta testigo clave del caso, es ahora diputada federal por el Panal: goza de dieta y fuero.

Pero los días de vino y rosas entre el gobierno y el SNTE tendrán que acabar pronto si Aurelio Nuño en realidad decide impulsar una reforma educativa que describa al gobierno Peña Nieto en el futuro y lo convierta a él, a Nuño, en el nuevo Torres Bodet y potencie su paso con rumbo a 2018.

rockroberto@gmail.com

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