¿El mundo debe resignarse a las nuevas reglas del juego que, para la economía global, está intentando imponer Donald Trump?

—Pues, eso está por verse. Pero sí puedo decir que al parecer el presidente Trump no entiende muy bien la importancia del comercio mundial. Ha cometido el error de culpar de la pérdida de empleos en algunas zonas de Estados Unidos por el comercio exterior, cuando debería haber culpado a la automatización. No creo que el presidente Trump tenga una visión coherente sobre cómo debe operar la economía global y menos aún de cómo debe cooperar a través de acuerdos comerciales. Afortunadamente cuatro años no es mucho tiempo. Y si las cosas siguen yéndole mal como hasta ahora, quizás Trump tenga que enfrentar un proceso de impeachment en el segundo o tercer año de su presidencia.

—El señor Steve Bannon, el cerebro de la Casa Blanca, y el propio presidente Trump han dicho que quieren desmontar el capitalismo en favor del pueblo. Mientras que el presidente de China, Xi Jinping, aseguró en Davos, Suiza, que es momento de impulsar el libre comercio. ¿Está el mundo al revés?

—Tiene razón, China tendría que estar diciendo lo primero y el señor Bannon lo segundo. Sí, el mundo está al revés. Aunque yo creo que la gente que está rodeando al señor Trump en su gobierno (todos en su gabinete son magnates) están realmente a favor del corporativismo. Y ven a Estados Unidos como una corporación, como una compañía industrial o comercial.

Estas respuestas me las acaba de dar en una entrevista no un desvelado economista de izquierda, sino el mismísimo y celebérrimo Edmund S. Phelps, Premio Nobel de Economía 2006; autor de libros fundamentales para entender la geopolítica contemporánea y nacido cerca de Chicago, Illinois.

—¿Cree usted que todavía es posible revertir el fenómeno de la desigualdad y la pobreza, sobre todo en países como México, donde cada año hay más pobres?

—Yo creo que el crecimiento rápido en un país implica empleos bien pagados para pobres, pero también para clases medias y altas. En las naciones de occidente se podrían dar mejores salarios, simplemente tronando los dedos. Es una lástima que teniendo un remedio tan obvio no se haya aprovechado.

—Como usted sabe, en México hay una gran preocupación por la postura del gobierno del señor Trump, claramente en contra del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿Qué consejo nos daría usted a México: deberíamos mirar hacia otros ámbitos a pesar de compartir una de las fronteras más extensas e interactivas del planeta?

—México haría bien en seguir incrementando su comercio con el resto del mundo pase lo que pase en las negociaciones con Estados Unidos. Estoy impresionado por la vitalidad de su país y de su gente. Creo que México está orientado hacia un periodo de gran mejoría en su economía, mejores salarios, mejores vidas en el trabajo y mayor crecimiento.

—Finalmente: ¿es usted optimista respecto al futuro de este planeta Tierra?

—Tengo dos razones para preocuparme: el calentamiento global que parece seguir a velocidad alarmante; y la concentración de la población sobre todo en países de Asia. Tenemos que enfrentar estos grandes desafíos para evitar enormes dificultades. Aunque sí, soy optimista. En el mediano plazo.

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