Si no se atiende la inequidad, en 2030 habrá en el mundo 167 millones de niños en pobreza extrema, víctimas de la desnutrición, con riesgo de enfermar y sin oportunidad de ir a la escuela. Ya hoy, alrededor de 160 millones de menores sufren algún retraso en su crecimiento porque no tienen acceso a una alimentación adecuada. No es solamente un tema de estatura; es sobre todo un problema de desarrollo cerebral: donde debiera haber masa encefálica, hay aire. Son niños que no podrán alcanzar todo su potencial cognitivo porque están desnutridos.

A esto se suman las dificultades con que se topan para acudir a la escuela. Ha habido esfuerzos importantes para propiciar el acceso de todos a la enseñanza, pero el progreso de otros años se ha detenido. La matriculación se ha estancado desde 2011. En algunos países, particularmente en los que arrastran conflictos armados, incluso ha crecido el número de niños que no estudian. Además, la presencia en un salón de clases no garantiza el aprendizaje: la realidad es que dos de cada cinco entre quienes terminan la primaria lo hacen sin saber leer ni escribir.

A la debilidad física y las limitaciones cognitivas se suma la falta de oportunidades. Esos niños con bajos niveles de educación se convierten en jóvenes sin la capacitación adecuada para entrar al mercado laboral. Por añadidura, en algunas regiones como Oriente Medio o el norte de África el desempleo juvenil alcanza hasta un 25%. En México hay siete millones de jóvenes de entre 15 y 29 años que no tienen acceso a una educación de calidad ni a un trabajo bien remunerado. Todas las condiciones para perpetuar la desigualdad se alían en su contra.

En nuestro país, miles de esos jóvenes encuentran un espacio en el crimen organizado. En Oriente Medio, existe siempre el llamado de organizaciones terroristas. Sí, se unen a grupos que pueden llevarlos a la muerte. Es difícil saber hasta qué punto toman esa decisión debido a que sus oportunidades de acceder a una vida digna estaban muertas de antemano.

HUERFANITO.— Este lunes el presidente Peña acudió a la inauguración de una planta de refrescos en Tecamac, Estado de México. Estuvo acompañado del gobernador Eruviel Ávila y de los secretarios Ildefonso Guajardo, Rosario Robles y José Narro.

Llama la atención la fecha elegida para el evento. La planta lleva cinco meses operando, pero la lucidora fiesta no ocurre sino hasta ahora, en plena veda electoral.

Refrescos, por aquello de la sed de
victoria.

*** Foto: ARCHIVO. EL UNIVERSAL

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