A tan solo un mes, es enorme la cantidad de temas a analizar al respecto del nuevo presidente estadounidense. Intento efectuar un breve resumen partiendo de que: (1) Trump ha buscado, desde sus primeros días y de forma clara, enviar una serie de mensajes relativos a la seriedad con la que se propone cumplir con sus compromisos de campaña, y (2) Ello ha activado, también desde demasiado pronto, un inusual número de conflictos simultáneos, originados en los muy distintos frentes que el nuevo presidente ha abierto, tanto dentro como fuera de Estados Unidos. El estar librando múltiples batallas en rubros tan diversos parece ocasionar un muy temprano desgaste el cual, de continuar al ritmo que va, podría tender a impactar negativamente en sus resultados, lo que quizás también podría mermar su base de apoyo más rápido que como ocurre normalmente en cualquier presidencia.

Trump no perdió tiempo. Desde sus primeros días en el poder emite órdenes para retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, revivió dos oleoductos que habían sido bloqueados por Obama, introdujo cambios en la patrulla fronteriza, ordenó el inicio de la construcción del muro con México (reiterando que será éste país quien lo pagará), emitió órdenes para incrementar la seguridad fronteriza, acelerar la deportación de indocumentados y para prohibir temporalmente el ingreso a Estados Unidos de personas procedentes de siete países de mayoría musulmana e indefinidamente el ingreso de refugiados. Además, se enfrentó al gobierno mexicano provocando la cancelación de la reunión con nuestro presidente, envió a su secretario de defensa a reafirmar sus compromisos con sus aliados, pero también a exigirles que compartan la carga financiera de pactos como el de la OTAN, provocó nerviosismo entre sus socios europeos, cortó abruptamente una llamada con el primer ministro de Australia –un aliado militar muy leal a EU- autorizó una operación antiterrorista en Yemen que ocasionó varias muertes de civiles, impuso sanciones a Irán, recibió con honores a Netanyahu, primer ministro israelí, no sin dejar de declarar que su gobierno podría aceptar que no se establezca un estado palestino, y exigió a Rusia que abandone Crimea, entre otras acciones y medidas. Proyectando un gobierno ocupado de día y de noche, los asesores de Trump han afirmado que esta administración ya ha hecho en pocos días más de lo que otros presidentes han conseguido hacer en años.

La cuestión es que estas acciones, sumadas a sus tuits, a su discurso, a sus selecciones y decisiones de gabinete –como el otorgar a Bannon, su estratega, un puesto de seguridad al nivel de los generales-, y, sobre todo, el mensaje de que sus compromisos de campaña serán cumplidos, a solo un mes ya han detonado una serie de conflictos que se están gestando simultáneamente tanto en lo interno como en lo externo.

A nivel interno podríamos mencionar los siguientes ejemplos: (a) Conflictos en el gabinete que están siendo ventilados con todo detalle en los medios de comunicación, los cuales, a tan solo tres semanas, provocaron ya una crisis en el área de seguridad nacional. La cantidad de filtraciones a que hemos tenido acceso sugiere que hay funcionarios y actores que desean que esos conflictos sean conocidos. Esto incluye también conflictos con departamentos y agencias que dependen del gobierno federal como el FBI y la CIA, a quienes Trump acusa de filtrar información falsa, (b) Conflictos con el Congreso, por lo pronto en las confirmaciones de su gabinete –el cual, a un mes, sigue con 11 vacantes- pero también en otros rubros, (c) Conflictos con sectores de la sociedad civil que han estado saliendo masivamente a la calle para protestar por algunas de las medidas tomadas por esta administración, y que por otro lado, han activado a sus organizaciones para iniciar demandas legales contra el gobierno federal, consiguiendo ya algunas victorias, (d) Conflictos con el poder judicial, el cual, tras emitir su veredicto contra la orden anti-inmigratoria y tras haber fallado contra la apelación de la Casa Blanca, ha sido sujeto de recriminaciones por parte del presidente y su equipo, (e) Conflictos con varios de los más importantes medios de comunicación, los cuales han estado muy ocupados exponiendo las contradicciones y problemas de este gobierno, así como la serie de pleitos internos y externos que se han provocado tempranamente, y (f) Conflictos con gobiernos locales y estatales. Fue un estado, Washington, quien demandó a la Casa Blanca por su orden anti-inmigratoria, y ganó.

De entrada, eso ya sería demasiado para batallar. Pero hay que añadir la parte externa. Estos son algunos ejemplos: (a) El frente de Rusia quien, a decir de los servicios de seguridad, es responsable de haber interferido con las elecciones federales. Rusia es también quien hace unos días, retando a Trump, negó rotundamente que vaya a devolver Crimea, quien apoya a la rebelión separatista en Ucrania, la cual se reactivó precisamente en estas semanas, quien estos días ha lanzado pruebas con misiles en abierto desafío a tratados de hace décadas, quien se mantiene aumentando la colaboración militar con Irán y quien, relegando a Washington a un papel menor, está negociando una paz para Siria bajo sus términos, (b) El frente de Irán, quien ha lanzado ya tres pruebas con misiles en los primeros días de esta administración, (c) El frente con Palestina (y una gran parte del mundo árabe) a raíz de la postura pro-Netanyahu que el presidente ha manifestado tan rápidamente, (d) El frente de Corea del Norte, quien también lanza misiles de prueba justo en estas mismas semanas, (e) El frente de China a quien velozmente se provocó al coquetear con Taiwán. Adicionalmente, se ha amagado a Beijing con una guerra comercial sin mencionar que Tillerson, el secretario de estado, sugirió impedir a China entrar a las islas en disputa que la potencia asiática reclama, (f) El frente mexicano que conocemos bien (al cual ya se podría agregar uno latinoamericano que inicia con acciones como sanciones al vicepresidente venezolano), y (g) El frente de los actores no estatales como Al Qaeda e ISIS.

Si sumamos los factores anteriores, el resultado es un gran número de choques y batallas con los cuales esta nueva administración está teniendo que lidiar de manera cotidiana. No se trata del primer mandatario estadounidense que tiene que luchar en tantos frentes paralelos. Pero la intensidad de estas conflictivas desatadas tan rápidamente, sugiere que podría ocurrir un veloz desgaste de energía tanto por parte del presidente como por su equipo. Por lo tanto, si Trump decide mantener sus múltiples batallas de forma concurrente, algunas de ellas podrían terminar en francos colapsos. Esto puede incidir, por ejemplo, en una aún mayor incertidumbre e inestabilidad, en políticas erráticas, golpes de timón, en más movimientos en el gabinete que precipiten nuevos conflictos, en parálisis con el Congreso, y ultimadamente en resultados deficientes o nulos en muy distintos rubros. Por supuesto que en el discurso de Trump, siempre habría a quien culpar por esos potenciales malos resultados. Hay que preguntarse, sin embargo, cuántos de sus seguidores le mantendrán su apoyo y cómo es que esto podría impactar en luchas políticas o electorales en los años que siguen. O qué tan bien librado irá saliendo el mandatario de los distintos golpes que sus rivales y adversarios le estarán propinando en esos múltiples frentes. Por ahora, su aprobación, según el Pew Research Center, es más baja que para cualquier otro presidente estadounidense en su primer mes desde antes de Reagan. Todo eso, y lo que no pude decir por falta de espacio. Y apenas llevamos un mes.


Analista internacional

Twitter: @maurimm

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