Ildefonso Guajardo ya debió haber leído el libro de Donald Trump que tan insistentemente recomendó Carlos Slim durante una conferencia de prensa a finales de enero. Se llama Crippled America y entre otros temas habla de cómo negocia el actual presidente de Estados Unidos, a quien el multimillonario mexicano describió como un gran negotiator.

El titular de Economía estuvo esta semana en Washington. Fue a negociar con Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, un acuerdo referente al comercio de azúcar con México que llevaba más de tres años peleándose. Fue el primer round formal entre ambos países de cara a la renegociación del TLCAN que comenzará el 16 de noviembre.

Ambos secretarios y sus equipos pasaron horas discutiendo con sus contrapartes. Fue una negociación ríspida, por momentos acalorada, pero en buenos términos. Hubo diligencia de las dos partes. Y, ciertamente, concluyó con varios puntos desfavorables para la industria mexicana, como la reducción de 53 a 30% de los envíos de azúcar refinada hacia Estados Unidos, la disminución de la calidad de las exportaciones nacionales de 99.5 a 99.2% y la imposición de una serie de sanciones si no se respetan los nuevos acuerdos.

En sentido contrario, México logró mantener los precios de referencia, así como los mismos volúmenes de exportación, aunque con una composición diferente. Además, se le otorgó el derecho de preferencia para suministrar a Estados Unidos el 100% de cualquier necesidad adicional de azúcar. Estas negociaciones aún deben ser avaladas por las industrias de cada país, lo cual no se ve tan sencillo, pues de entrada ninguna está completamente de acuerdo.

¿Quién gana con este acuerdo? Las opiniones de los expertos están divididas, pero se inclinan a que México enfrentará un panorama menos favorable si queda así como se firmó. ¿Pierde el secretario de Economía? No necesariamente. Fue una jugada estratégica. En el gobierno consideran que fue un buen primer round: México cedió más, pero ganó la confianza de su oponente, con quien va a medirse en la pelea estelar que inicia el próximo 16 de noviembre.

Como un buen negotiator, Ildefonso Guajardo salió a los medios de Estados Unidos, donde se llevó a cabo la primera ‘pelea’, a enseñar músculo, a dar entrevistas, y no se dejó intimidar. Fue a defender su posición en CNBC, CNN y Bloomberg. Habló del acercamiento de México con China y descalificó los dichos de que somos ‘la puerta trasera’ del dragón asiático. También confirmó las próximas reuniones de una delegación mexicana con funcionarios chinos para hablar de oportunidades de negocios entre ambos países.

A Bloomberg le dijo que, como parte de la renegociación del TLCAN, México está dispuesto a rebalancear el superávit que tiene con Estados Unidos, como ha insistido Trump, pero sólo si se hace mediante un incremento del intercambio comercial entre ambos países. Por ello, no se aceptará que sea a través de aranceles o impuestos como los que el presidente de Estados Unidos amenazó con aplicar.

Guajardo es un buen negociador por su experiencia. De 1991 a 1994 dirigió la Oficina para Asuntos del Tratado de Libre Comercio, con sede en la embajada de México en Washington. Fue Oficial Mayor en la Secretaría de Relaciones Exteriores y subsecretario en la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial. Ha sido diputado federal, local y presidente del Grupo de Amistad México-Estados Unidos en la Cámara de Diputados. Y encabezó la coordinación de vinculación empresarial durante la campaña de Enrique Peña Nieto a la presidencia. Luego fue su vicecoordinador de Política Económica en el equipo de transición.

Su bajo perfil lo aleja de la posibilidad de convertirse en presidenciable. Actualmente no figura prácticamente en ninguna de las encuestas hacia el 2018. Su encomienda de encabezar las renegociaciones del TLCAN, que comenzarán cuando el PRI estará decidiendo a quien postula a la candidatura, lo hacen menos viable. No obstante, una buena renegociación podría catapultarlo a alturas insospechadas. Pero sobre todo impulsará al candidato del PRI a la presidencia.

Pierde Del Valle, gana Fernández.

La venta del Banco Popular a Santander borrará más de 500 millones de euros a la fortuna al empresario mexicano Antonio Del Valle , quien poseía cerca de 6% de sus acciones. Se sabe que Del Valle quiso inyectarle unos mil millones de euros al banco español para rescatarlo, antes de que lo vendieran por un euro, como sucedió ayer. Sin embargo, en esta jugada también hay un ganador mexicano: el empresario Carlos Fernández , ex presidente de Grupo Modelo, quien en febrero de 2016 se convirtió en el tercer mayor inversionista del banco Santander, sólo detrás de sus dos herederos: Javier y Ana Botín . Fernández posee cerca de 15.5 millones de acciones.

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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