Luis Videgaray cumple hoy 21 días como secretario de Relaciones Exteriores, cerca de 500 horas en las que ya giró órdenes precisas a los 81 embajadores de México en el extranjero, diseñó una estrategia común con Economía y Hacienda de cara a la renegociación del TLCAN, acordó un plan de contingencia con los gobernadores de las entidades con más emigrantes a Estados Unidos, logró que Enrique Peña Nieto fuera el primer jefe de Estado en reunirse con el presidente Donald Trump y supervisó el contenido del decálogo presentado ayer en Los Pinos.

En el equipo de Videgaray cuentan las horas, más que los días, porque el Doctor —como le llaman todos en la Secretaría— no les da tregua: pide información en todo momento; les envía mensajes lo mismo a media noche que a las cinco o seis de la mañana; y les solicita llamadas y reuniones exprés. El flamante canciller es implacable con sus solicitudes: casi nunca acepta un no como respuesta y su mano derecha, Abraham Zamora, ex director de Banobras y actual Jefe de la Oficina, se encarga de que los requerimientos del ‘súper secretario’ se hagan realidad. Zamora, además de ser uno de sus estrategas, es una voz que siempre escucha antes de tomar decisiones.

A diferencia del día de su toma de protesta como nuevo canciller, el 4 de enero pasado, cuando admitió su inexperiencia como diplomático (“yo vengo a aprender”, dijo), a Videgaray se le vio más confiado y resuelto ayer en Los Pinos. Enfundado en un traje azul y corbata verde olivo —el mismo atuendo que usó el día que fue nombrado titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, como si fuera una suerte de cábala— inició así su discurso: “2016 será recordado como un año de profundo cambio político en el mundo, de ruptura de paradigmas…”, y continuó con una serie de datos, memorizados, sobre el comercio bilateral México-Estados Unidos y la relevancia del TLCAN para el empleo en estados como California y Texas.

Las directrices en política exterior de las que habló ayer el Presidente, enfocadas a buscar fortalecer las alianzas comerciales con América Latina y el Caribe, Europa, Asia-Pacífico y Medio Oriente, fueron esbozadas por Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, con dos objetivos principales: el primero, efectivamente, es diversificar el comercio internacional de México, así como la inversión extranjera —que depende en más de 50% de Estados Unidos—; y el segundo es presionar al gabinete de Trump de cara a las reuniones para renegociar el TLCAN.

Durante la XXVIII Reunión de Embajadores y Cónsules, que inició un día después de asumir la cancillería, Videgaray se reunió en privado con varios de los diplomáticos mexicanos para pedirles dos cosas: por un lado, que revisen con urgencia la forma de atraer más inversión productiva a México —les habló sobre industrias y empresas en específico—; y también les solicitó consejos basados en su experiencia para negociar acuerdos bilaterales.

La estrategia sugerida por Jared Kushner, el yerno de Trump y actual consejero Senior de la Casa Blanca, sobre actuar con mesura y paciencia ante los tuits y declaraciones del entonces presidente electo surtieron frutos. El próximo miércoles y jueves tanto Videgaray como Ildefonso Guajardo se reunirán con miembros del gabinete del nuevo presidente de los Estados Unidos para abordar asuntos bilaterales y preparar la reunión Peña-Trump del próximo 31 de enero en Washington.

De los cinco principios y 10 objetivos que, de acuerdo con Peña Nieto, regirán las futuras negociaciones con Estados Unidos resalta el que tiene que ver con los procesos de repatriación. En este tema, le adelanto que ya hubo reuniones entre el gobierno federal y los gobiernos de estados como Guanajuato, Michoacán, Jalisco, el Estado de México y Guerrero para delinear un plan de contingencia ante una eventual deportación masiva.

El mayor temor de Videgaray es la bipolaridad de Trump, quien un día dice que respeta al gobierno mexicano y otro le suelta en la cara que va a pagar por el muro y amenaza a empresas con imponerles “grandes aranceles fronterizos”. Este tema, por cierto, también tiene inquieto al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, porque no hay mucho margen para aplicar beneficios fiscales como los que planea ofrecer Trump a las firmas estadounidenses.

Romero Deschamps, intocable y feliz. México puede estar incendiándose, pero nada parece importunar a Carlos Romero Deschamps, el líder petrolero mejor conocido por sus excesos, como usar relojes de 40 mil dólares, volar en aviones privados a Las Vegas, viajar en yates por el Caribe y partir el aire en deportivos de lujo. El viernes pasado, en una muestra más de que es intocable y de que el gasolinazo le da lo mismo, departió con amigos y con su hijo José Carlos (sí, el del Ferrari Enzo de Miami), en un restaurante de Polanco. Recibió a amigos, se carcajeó y bebió whisky con agua mineral. Estaba feliz.

@MarioMal

mario.maldonado.padilla@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses