La temperatura de esta Copa de Oro va en aumento y esto es preocupante para los intereses de los dueños del fútbol mexicano, porque se están dando cuenta que la dictadura de nuestro balompié está llegando a su fin.

Por necesidad —si no es que por fuerza— los jugadores, los árbitros y los entrenadores tienen que ponerse de acuerdo entre todos y decir que esto ya no puede seguir así.

Los jugadores no tienen respaldo ni garantías profesionales, porque no tienen independencia.

Los árbitros, condenados por la presión a la que son sometidos.

Y los entrenadores o miembros del cuerpo técnico están señalados como culpables de las malas decisiones y gestiones de los directivos.

Ahora hasta, los directores deportivos están puestos como escudos, y tendrán que agruparse porque también están siendo señalados.

Llevamos tiempo de estar en lo más bajo en la historia de la Selección Nacional, pero como esto no afecta, sino todo lo contrario, sigue dejando beneficios económicos, no hay preocupación entre los dueños.

Pero mientras el prestigio del fútbol mexicano siga metido en esta mediocridad, no habrá una mejoría, como sí lo hemos notado en países a los que futbolísticamente les llevábamos años luz de ventaja.

Haití y Trinidad y Tobago son sólo un par de ejemplos.

En esta primera fase de la Copa de Oro, México ha tenido un porcentaje de posesión de balón más alto a lo acostumbrado, pero esto también se explica, porque los rivales lo han permitido. Es su estrategia.

Lo que importa es crear las ocasiones claras de gol en cada partido y tener un porcentaje de efectividad de 50% o superior.

Contra Cuba fueron entre 18 y 20 ocasiones claras de gol, y México anotó seis goles, cuando debieron haber marcado al menos 10.

Contra Guatemala solamente hubo tres ocasiones claras de gol y el Tri no anotó, cuando debió haber ganado ese partido 1-0 o 2-0.

Y, extrañamente, ante Trinidad y Tobago (que no es precisamente España o Alemania), cada equipo tuvo cinco ocasiones claras de gol y empataron 4-4 en una verdadera “cascarita caribeña”.

¿Por qué no un hexagonal? El revolcón que trae la FIFA seguramente afectará a todas las confederaciones, pero en la Concacaf y Sudamérica se tiene que limpiar toda la porquería que existe.

Los dirigentes de Concacaf que organizan la Copa de Oro deberían hacer un hexagonal a visita recíproca para determinar al campeón de este evento. Algo así como el hexagonal que se juega previo a cada Mundial.

La calidad futbolística en esta primera fase de la Copa de Oro ha sido deplorable.

Qué difícil es para los jugadores mentalizarse y competir a sabiendas de que no están respaldados laboralmente, ni por la Femexfut y en algunos casos, porque sus contratos en el extranjero están en el aire.

Lo digo por experiencia propia, que no hay protección y por tal motivo no se van a jugar su vida futbolística en una competencia en la que se tiene el riesgo de salir lesionado.

Porque hemos visto que tanto en la Copa América como en esta Copa de Oro puedes salir lesionado tras alguna entrada brusca, fuerte o malintencionada, y que tu carrera puede verse afectada.

El caso de Cuauhtémoc Blanco, cuando lo lesionó el infame trinitario Ansil Elcock, lo perjudicó para el resto de su carrera.

Como entrenador de la Selección, hay que saber a qué jugadores se les puede usar, tanto en la Copa América como en la de Oro, y hacer las gestiones para que puedan jugar una u otra, o las dos, en beneficio del prestigio del fútbol mexicano.

También es importante saber cuáles son sus condiciones contractuales y qué es lo que están poniendo en riesgo.

Y así se elige a los mejores guerreros tricolores para estas batallas.

Porque tomar decisiones empresariales no siempre ayuda al prestigio del fútbol mexicano.

¡Que te lo digo yo!

Twitter: @hugosanchez_9

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