León Serment cometió el error de alejarse cincuenta metros de su casa. Ocurrió la noche del sábado pasado. Hacia las 22:20, Serment salió del edificio de departamentos donde vivía, para dejar a su esposa a las puertas de un Uber. Lo acompañaba su hijo de 22 años.

Minutos más tarde, los tripulantes de una patrulla que circulaba por Periférico y Alconedo, en la colonia Merced Gómez, recibieron una desesperada solicitud de apoyo.

Según el parte rendido por los elementos de la unidad DF113P12, el hijo de Serment les dijo que acababan de lesionar a su padre, y que éste yacía herido en la banqueta.

El relato de todos los días en una ciudad en la que el crimen se ha desbordado: dos jóvenes les llegaron por la espalda, repitieron la frase que todos los días se escucha en las calles, los micros, los rincones de una ciudad en la que el crimen se ha desbordado: “Ya valió madres, es un asalto”, y luego los tiraron al suelo.

Serment y su hijo fueron golpeados con saña cuando los agresores descubrieron que no llevaban nada de valor consigo. Serment se defendió. Lo apuñalaron ocho veces.

De acuerdo con el parte, “lo lesionaron con un arma blanca causándole lesiones bajo la axila, en el costado izquierdo”. Los asesinos huyeron sin lograr arrebatarle nada. Pero se llevaron su vida.

Cuando un paramédico arribó al lugar, ya era demasiado tarde.

Serment tenía 54 años. Era egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, CCC: un hombre de cine.

Su trabajo como director llegó a millones de hogares mexicanos a través de la serie México Siglo XX, que dirigió a lo largo de seis años —y que produjo Clío TV, la casa productora de documentales históricos que encabeza Enrique Krauze.

Serment se desarrolló fundamentalmente como documentalista. Le llevó 20 años dirigir su ópera prima: Kada kien su karma, rodada con apoyo del Imcine en 2008.

Tres años más tarde (2011) filmó la cinta por la que más se le recuerda: El efecto tequila, una inspirada en la crisis que desató en el país y en América Latina “el error de diciembre” de 1994, y que llevó a la ruina —y se dice que al suicidio— a miles de mexicanos.

En una entrevista concedida en ese tiempo, Serment sostuvo que la película narraba cómo las catástrofes nacionales afectaban a la gente en su pequeña vida cotidiana. Llegaban por la espalda sacudiendo todo, trastocando todo.

Dijo también que los tiempos de crisis siempre eran provocados por gente ambiciosa, sin escrúpulos, que no tenía empacho en juntarse “para hacer mal las cosas”.

“Todos ganan si México pierde”, se leía en el tráiler de la película.

Ese sábado fue Serment. Y su caso fue igual de brutal, de indignante y de absurdo que el de los 541 asesinatos —cometidos hasta agosto de 2016— que en la Ciudad de México precedieron al suyo.

2016 ha sido el año más violento en el gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, SNSP, en el primer semestre de 2014 hubo en la Ciudad de México 385 homicidios. En el mismo lapso de 2015, la cifra se elevó a 441. En los primeros seis meses de 2016, como se ha dicho, el número de homicidios dolosos creció en un 8%.

Las cifras del SNSP señalan que las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza y Cuauhtémoc concentran la mayor cantidad de homicidios.

Fue en Álvaro Obregón donde murió Serment.

48 horas después del crimen, lo único que se sabe es que la Policía de Investigación prometió revisar las cámaras de vigilancia de la zona, con la vaga esperanza de que alguna de ellas hubiera captado a los asesinos.

Mientras tanto, como decía Serment, las catástrofes nacionales siguen afectando a la gente en su pequeña vida cotidiana. Vivimos en el año más violento.

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