Las balas que iniciaron todo salieron del techo de los hoteles Juquila y Fandango. Hombres vestidos de civil apostados en las azoteas comenzaron el tiroteo que cobró la vida de nueve personas y dejó un centenar de heridos entre pobladores, policías federales y miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE.

Eso indica el testimonio de habitantes de Nochixtlán, Oaxaca.

La mañana del domingo 19 de junio, en el que esta localidad quedó envuelta por el humo y las llamas, inició un operativo de la Policía Federal, PF, para retirar un bloqueo que integrantes de la CNTE mantenía desde hacía ocho días en la carretera que conduce a Oaxaca. El comisionado general de la PF afirma que luego de realizar el desalojo de los maestros disidentes, los elementos que tomaban parte del operativo se vieron envueltos por un grupo ajeno, armado, que abrió fuego contra ellos. Prácticamente una “emboscada”.

La gente de Nochixtlán tiene otra historia.

Médicos y enfermeras que instalaron aquel día un hospital improvisado en la parte trasera de la parroquia, relatan que las aspas de unos helicópteros, y el humo de las bombas de gas lacrimógeno, le arrancaron a las calles, muy temprano, su modorra dominical.

Humo blanco y negro se veía desde las ventanas. A las 8:05 de la mañana, las campanas de la parroquia comenzaron a sonar. Era un repique continuo: el repique de las emergencias. Desde las bocinas del templo, voces de mujeres solicitaban médicos y enfermeras.

Varios de ellos atendieron el llamado. De camino a la parroquia, notaron que la calle Progreso, la principal, estaba llena de gente que corría gritando hacia la carretera. No era normal. Llevaban palos, piedras, bombas molotov. Incitaban al pueblo a que se les uniera.

En la parroquia estaban ya los primeros heridos. Contusiones en el tórax y la cabeza, labios partidos, pérdidas dentarias, irritaciones conjuntivales por gas.

Pero muy pronto se oyeron “tronidos” a lo lejos. Una enfermera cuenta que de repente llegó a la parroquia una señora con una herida por perforación en la clavícula. Poco después aparecieron más heridos de bala, y más heridos por contusiones. Sus versiones coincidían. “Estaban tirando desde los hoteles, eran civiles, y dispararon contra la gente que estaba luchando con piedras y con botellas de vidrio”.

El relato de uno de los médicos:

“Todo cambió cuando mataron a un muchacho, Óscar Luna: cuando cayó, herido en el muslo, lo jaló su hermano, y él y otra persona lo cargaron para sacarlo, pero iba muy mal. Lo llevaron a un consultorio, pero falleció, llegó ya muerto. Gritaban: ‘¡Mataron a Óscar, mataron al de los jugos!’. Y la gente se enardeció. Fue entonces cuando el pueblo salió a combatir. ‘¡Vinieron a matarnos!’, gritaban, y tomaban botellas de refresco, trapos, botellas de vinagre”.

—¿Esos que disparaban, eran miembros de grupos radicales, quiénes eran? —pregunto.

Una doctora responde:

—La versión aquí es que eran grupos que el gobierno mete como infiltrados. Eran civiles, eran desconocidos. Nadie los conocía.

—¿No eran miembros de organizaciones radicales?

—Hay organizaciones metidas en las protestas. Pero esas organizaciones nunca disparan contra la gente. Ni siquiera la guerrilla, que se dedica a eso, dispara contra la gente —relata un médico—. Y al hospital que instalamos en la parroquia llegaron aquel día unos 30 heridos, todos del pueblo. No había desconocidos, no había gente de fuera.

—¿Es verdad que los policías federales iban desarmados?

—La gente de aquí dice que estaban armados desde el principio. La primera herida de bala llegó antes de las diez.

—¿Están seguros de que la balacera la iniciaron civiles tirando desde los hoteles?

—Eso contaron los heridos. Y por eso el pueblo quemó uno de los hoteles. Por eso, y porque dejaron que ahí se instalaran los federales.

Con el paso de los días, la verdad de Nochixtlán aflorará. A diferencia de lo que sucedió en la oscuridad de Iguala en septiembre de 2014, los hechos ocurrieron aquí a la luz del día, y a las puertas de una población de 13 mil 284 habitantes.

El periodista José Contreras se preguntaba ayer si hubo halcones en Nochixtlán. Si fue así, terminará por saberse, porque en esta localidad cada persona tiene algo que contar. La verdad irá cayendo por su propio peso.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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