Si los graves señalamientos que hizo el gobernador Graco Ramírez sobre el contacto de Cuauhtémoc Blanco y el Partido Social Demócrata con grupos del narcotráfico son ciertos, el ex futbolista tendría que acudir ante las autoridades de procuración e impartición de justicia.

Blanco dejó de ser un personaje de comedia, de la farándula, del “fut”, del Canal de las Estrellas, para convertirse en un protagonista de una de las zonas violentas del México ensangrentado.

En Cuernavaca y sus alrededores están presentes cárteles capaces de atrocidades inimaginables.

El gobernador de Morelos me dijo en la entrevista que le realicé esta semana que muchas de las situaciones que sufren se deben a que el estado vecino de Guerrero es productor de amapola. Son grupos con gran poder económico y el trasiego lo hacen por Morelos, Puebla, Veracruz, o por el Estado de México hacia la ciudad de México. En el sur de Morelos dominan Los Rojos; en Jiutepec, Zapata y Cuernavaca los Guerreros Unidos; y en Temixco ambos.

De acuerdo a las investigaciones que se han hecho públicas hasta la fecha, Guerreros Unidos estaría detrás de la desaparición y muerte de los normalistas de Ayotzinapa. Y Los Rojos, del asesinato de la presidenta municipal de Temixco.

La saña de sus acciones va del desollamiento al descuartizamiento.

La más reciente, escalofriante, escena del infierno que gobiernan estos tipos quedó registrada en el video que grabó uno de los presuntos asesinos de la alcaldesa Gisela Mota. Son imágenes encontradas en el celular del menor de edad detenido, “Alexis”. En el video maldito, como lo llama Héctor de Mauleón, un hombre es descuartizado vivo. La víctima yace boca abajo, desnuda, cubierta de sangre. Gime mientras se escuchan, entre música guapachosa, las voces de los verdugos: “¿Te duele mi niño?... Ay, ay, quiere a su mamá, pobecito… a tu salud ratón… del otro lado carnal…. ¿cómo lo corto?... de allá, del tobillo… yo voy, yo voy…”

Estos son los miserables que viven, circulan, habitan y pelean el control en Guerrero y Morelos. Son los de Ayotzinapa, los de Temixco, los del horror.

La Procuraduría General de la República ya investiga.

Es cosa seria. Los dicharachos y las cuauhtemiñas ya no alcanzan para seguir construyendo la imagen carismática y “humilde” del Cuau.

Cómo estará el asunto, que lo de menos es si recibió 8 millones para lanzarse como candidato del PSD, si inventó que vivía en Cuernavaca o si no tiene idea de lo que es gobernar.

Si estos delincuentes, enfermos, asesinos que disputan el territorio se acercaron al ex futbolista, si sabe quiénes son algunos de sus miembros, lo urgente es denunciarlos y frenarlos. De lo contrario, Cuauhtémoc Blanco se convertiría en cómplice del crimen organizado.

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