La oscura noche Ayotzinapa-Casa Blanca del gobierno federal podría concluir. Es la primera vez, en muchos meses, que los astros se alinean para el presidente Enrique Peña Nieto. No será quien salve a México, pero estaría por salir del fango.
Con el escalofriante asesinato y la desaparición de normalistas, junto con los escándalos de conflictos de intereses y corruptelas entre funcionarios y contratistas, el gobierno estaba atrapado en su propia página negra.
Primero, sus asesores, periodistas, directivos y amigos más cercanos calcularon que la llegada del puente Guadalupe-Reyes, que hoy parece prehistoria, disminuiría la agenda Casa Blanca-Ayotzinapa. Pero nada. Las vacaciones, los festejos y la Navidad no barrieron el recuerdo. Lo que siguió en el primer semestre de 2015 fue penumbra.
En los hechos más recientes, Enrique Peña enfrentó fuertes críticas por intentar violar la ley, por pretender cancelar la evaluación magisterial. En medio del proceso electoral más violento y antes de concluir su estrategia con la CNTE, el Poder Judicial le enmendó la plana. Gracias al amparo promovido por Mexicanos Primero, un juez ordenó reanudarla. Por cierto, gran triunfo de la sociedad, de la aplicación real de la reforma al juicio de amparo y la división de poderes. Habrá un antes y un después. Pero esa es una historia que será contada en otra ocasión, como diría Michael Ende.
Lo que sucedió hace unos días, hace unas horas, quedó en el ayer.
Hoy, podría ser el momento anhelado por Los Pinos. El gobierno peñista podría salir del bache, podría comenzar a tejer la confianza perdida.
En el favorable panorama poselectoral, habiendo logrado la mayoría en el Congreso, recibió además un regalo inesperado. Le cayeron del cielo, o mejor dicho del subsuelo, yacimientos en aguas someras en el litoral de Tabasco y en una estructura cercana al complejo Cantarell.
Oxígeno puro para reactivar la bandera de los consensos y los cambios que tanto le dio al inicio del sexenio. Y para impulsar las leyes secundarias pendientes y su reforma estrella, la energética.
¿Qué tiene que hacer el Presidente para que su imagen sume positivos? No regarla. Básicamente.
Si después de esto siguen los escándalos y siguen creyendo, como dije en mi videocolumna de EL UNIVERSAL, que todo el territorio nacional es Toluca o Tuxtla Gutiérrez, de plano no se merecen esta bocanada de aire que el destino les dio en forma de mayoría legislativa envuelta en oro negro.
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