Referí ayer una charla con un grupo de dueños de empresas sobre el imaginario político después de las elecciones del 7 de junio y la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador gane la Presidencia de la República en 2018.

Propuse que bastaría un 37, 38% de los votos para que eso ocurriera. Me preguntaron quién podría derrotarlo, qué podría impedir que López Obrador ganara.

¿Quién lo podría derrotar? 1) un candidato fuerte, condición sine qua non. 2) un trienio espectacular del gobierno de Peña Nieto, más un candidato fuerte del PRI. 3) Un candidato fuerte de un PAN en ascenso con un PRD como aliado-subordinado y un PRI-gobierno disminuido. 4) Un PAN disminuido y una alianza PRI-PRD (sí, PRI-PRD) con un candidato fuerte. 5) Un gran movimiento de coalición (figura legal que aparecerá en los comicios de 2018) para enfrentar a López Obrador.

¿Qué lo podría derrotar? 1) La ausencia de una estructura electoral, que el PRD tenía y Morena difícilmente armará. 2) Los errores, como los que cometió increíblemente en 2006. 3) La salud. 4) Un escándalo de corrupción de él o sus familiares cercanos. 5) Una decidida campaña opositora desde el segundo semestre de 2015, porque con las reglas actuales, López Obrador juega con una ventaja abrumadora.

Conclusión: la mesa parece servida para un candidato antisistema. Si se mantiene esta intemperie y López Obrador hace un trabajo inteligente de tres años, claro que puede ganar.

Les pregunté si era grave que ganara, si lo seguían mirando como un peligro para México. Me reservo sus respuestas, fue una charla privada. Les dije que, pese a los escándalos y las “casas blancas”, para él será muy difícil revivir la dicotomía de la lucha del “pueblo bueno” contra la “siniestra conspiración de las fuerzas corruptoras”, la “mafia del poder”. Pero que no olvidaran que si López Obrador gana en 2018, será con el voto de la sociedad más educada, informada y consciente de la historia de México.

Y, sobre todo, expresé que, como se está viendo con el regreso del PRI y el presidente Peña Nieto, es prácticamente imposible restablecer la Presidencia Imperial de otras épocas. Tendría que ganar con más del 45% de los votos, formar una alianza legislativa de largo aliento con el PRI y el PRD, aplastar al 55% opositor de la sociedad más educada, informada y consciente; formar una alianza (por seducción o intimidación) con una parte significativa de los empresarios e inversionistas, poner de rodillas al Poder Judicial, liquidar la crítica en los medios de comunicación, encarcelar adversarios.

En fin, desde luego que puede ganar en 2018. Lo que no podrá es restaurar la Presidencia Imperial. Lo anoto desde ahora.

MENOS DE 140. ¿Quiénes del Grupo Atlacomulco quieren tirar a Manuel Ángel Núñez de la dirección del proyecto del nuevo aeropuerto?

gomezleyvaciro@gmail.com

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