Cuando dentro de tres semanas depositemos nuestro voto en la urna mágica de la Democracia, además de ejercer nuestro derecho, en esta ocasión estaremos participando de, tal vez, las elecciones más importantes de los 40 años de libertad.

Por primera vez Ciudadanos, una fuerza política con menos de 10 años de vida, con una idea ecléctica de hacer política, podría ganar los comicios. Todo ello, en una España acostumbrada desde hace más de 40 años a un turno de partidos, un bipartidismo entre una derecha y una izquierda con ideas concomitantes en muchos rubros.

¿Qué ha ocurrido para que el español se decante por nuevas formas de hacer política? Son varias causas, entre otras, el hartazgo de una opinión pública que está cansada de ver las mismas caras, las mismas siglas, en un estancamiento por seguir en la esfera del poder, en un sistema del que son unos pocos los que se benefician. Nos encontramos en el permanente escándalo de la corrupción. En los últimos años hemos conocido tantos casos que se ha perdido la cuenta. Y son casos que van desde las capas más altas de la jefatura del Estado a políticos de medio pelo con un poder mínimo pero que les ha ayudado a hacer dinero fácil. Nombres como Pujol, Mas, Rato; tramas como Gürtel, Púnica, Eres, son engranajes con tentáculos que salpican a gobiernos, partidos y sindicatos y otros organismos mientras la opinión pública asiste perpleja a un espectáculo donde el que es honesto se queda fuera de la jugada.

El desempleo es otro de los nudos gordianos en este cansancio social. Es cierto que en el último año se ha creado empleo, pero con contratos leoninos donde los emolumentos no sobrepasan, en muchos casos, los 500 dólares. Además, la gran mayoría son temporales.

La realidad es otra muy distinta. La realidad es que a España la han empobrecido. Tenemos todavía un millón de familias en las que ninguno de sus miembros ingresa un euro. Existen cinco millones largos de desempleados y un futuro que sigue sin ser halagüeño por mucho que nos lo pinten de otra manera. Me pregunto qué pensará el padre de familia que lleva cuatro años sin trabajar y tiene que dar de comer todos los días a sus hijos. Y no es demagogia. Es una realidad incontestable. ¿Le importará mucho a ese hombre, a esos millones de desempleados, que vayan a celebrarse unas elecciones?

La lección que empiezan a aprender los políticos de siempre es que vienen nuevas camadas con ideas y caras renovadas, distintas en las formas, con una telegenia asumida y, sobre todo que pueden hacer política insuflando ilusión a la ciudadanía. El mundo corre hacia otro lado y creo que ya no pasa por los falsos populismos. Grecia está saliendo del golpe populista y en España, Podemos de Pablo Iglesias se desinfla aunque sigue teniendo fuelle. Los tiros, sin embargo, van por otros derroteros. Se trata de modelos democráticas pero escapando de la ortodoxia, modelos con una ciudadanía participativa donde la solidaridad sea auténtica.

alberto.pelaezmontejos@gmail.com

Twitter @pelaez_alberto

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