Los resultados de las elecciones del pasado domingo en esta España ingobernable reflejan varios aspectos.
Los españoles hemos castigado la corrupción, el desempleo, la crisis, la impunidad. Sin embargo, lo que especialmente se ha anatemizado ha sido la soberbia política, tanto del PP como del PSOE.

Es cierto que Mariano Rajoy ha ganado las elecciones. Pero, ¿qué supone ganar cuando ha perdido casi 80 diputados y le es imposible formar gobierno? El Partido Popular ha obtenido el peor resultado de los últimos años. Llegó a tener dos mayorías absolutas y con sus 123 diputados, pierde la posibilidad de formar gobierno y el deshonroso título de la pérdida de 5 millones de votantes.

También es verdad que Pedro Sánchez, del Partido Socialista, ha quedado de segundo. Él sí podría formar un gobierno en coalición con partidos de extrema izquierda. Pero su segundo puesto le ha dejado con 20 diputados menos de los que tenía y su peor resultado que jamás había tenido el PSOE desde el nacimiento de la democracia.

Este nuevo PSOE, formado por políticos inexpertos, que han jugado a hacer política como si jugaran al Monopoly, se encuentra con el reflejo de su bisoñez, pero también de sus corruptelas. No hay más que recordar el caso de los Eres, los famosos cursos de formación en Andalucía que tenían que recibir miles de desempleados para reciclarse. Muchos miles de millones de euros no fueron para esos cursos, sino que se desvió a políticos, amigos de políticos, amigos de amigos de políticos, en un largo etcétera mientras los desempleados continuaban siendo desempleados.

El juego perverso de quitarles el dinero a los parados para unos cuantos, les pasó factura a este PSOE infantil.

Pero el PP de Mariano Rajoy ha pagado su soberbia, gobernando con una mayoría absoluta, sin saber el daño que le estaba haciendo a la ciudadanía; una ciudadanía desgastada por el desempleo y los casos de corrupción.

La opinión pública ha visto cómo cada día se desayunaba con nuevos casos de corruptelas, donde nadie cumplía condenas y sobrevolaba un ambiente de impunidad. La ciudadanía observaba cómo algunos “servidores públicos” se enriquecían mientras que 6 millones no encontraban empleo o un millón de familias no conseguía ingresar un solo euro de ningún de sus miembros.

El ciudadano le ha pasado factura a un gobierno que subió impuestos sin piedad y cercenó libertades individuales, por ejemplo, no poder grabar a las fuerzas de seguridad o no poder manifestarse enfrente del Congreso de los Diputados.

¿Y qué ha ocurrido? Que las fuerzas emergentes, Podemos, de extrema izquierda, y Ciudadanos, de centro de derecha, son los que consiguen muy buenos resultados; tanto que se convierten en la tercera y cuarta fuerza política.

Ahora bien, con un Parlamento tan fragmentado será muy difícil que tengamos un presidente del gobierno a corto plazo. Es más, será muy difícil que tengamos un presidente del gobierno, sencillamente porque Mariano Rajoy no tiene apoyos suficientes para su investidura en el Congreso. Pedro Sánchez, por su parte, podría llegar a acuerdo con otros partidos, aunque eso está aún por ver.

Con un escenario tan imprevisible no sería de extrañar, que por primera vez en la historia de la democracia en España, tuvieran que repetirse unas elecciones generales.

alberto.pelaezmontejos@gmail.com

Twitter: @pelaez_alberto

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