El logotipo del Consejo Internacional de Archivos presenta la imagen del dios Janos, dios romano de dos caras, considerado inicialmente el dios de los hogares romanos y más tarde, el guardián de las entradas a las casas. Este carácter de guardián con la peculiaridad de tener una cara que mira al frente y la otra que mira hacia atrás representa la visión de la archivística contemporánea. Su núcleo gira alrededor de la llamada “archivística integrada”, en la cual los documentos del pasado y los del presente son entendidos como una continuidad; el pasado que mira al futuro, cuya presencia es totalmente transversal en toda actividad humana.

Desde esta visión bifronte y sin perder sus principios metodológicos, la archivística ha ido construyendo vínculos con otros campos del saber y con los valores que hoy asumimos en nuestra sociedad como la transparencia, el derecho a saber, la rendición de cuentas, la construcción de la memoria y verdad, el gobierno abierto, el gobierno electrónico, etcétera. Por ello, desde esta perspectiva los archivos se convierten en aliados indispensables en las agendas de las organizaciones y de los gobiernos más avanzados.

El historiador norteamericano J. Franklin Jamenson (1859-1937) afirmó que el cuidado que una nación dedica a la conservación de los monumentos de su pasado puede servir como medida exacta del grado de civilización que ha alcanzado. Este carácter de bien cultural es lo que permite a los archivos que sean considerados como uno de los elementos que constituyen una civilización, porque en ellos están consignadas partes de su identidad.

Por estas razones, sería un despropósito mandar una señal equivocada a la sociedad mexicana en el diseño de la primera ley general de archivos que tendremos en un futuro inmediato.

En dicha ley, deben prevalecer al menos cuatro características:

1) la coherencia de conceptos y contenidos metodológicos acordes con la disciplina archivística y con las mejores prácticas internacionales para impulsar la modernización de los archivos;

2) la armonización y la igualdad de condiciones del Sistema Nacional de Archivos frente a los otros sistemas nacionales (transparencia y anticorrupción), de ahí la necesidad de una autonomía técnica y de gestión, aunque sea de manera progresiva, del AGN;

3) el diseño de un Consejo Nacional de Archivos técnico, que deberá ser el encargado de elaborar los criterios y lineamientos para poder operar la ley de acuerdo con las particularidades del país;

4) y por último, lograr un equilibrio entre la organización, conservación y acceso a los archivos, ya que tanto la organización como la conservación están enfocados de manera natural a la consultabilidad de los archivos administrativos, conforme a las leyes de transparencia, y de los archivos históricos de manera abierta e irrestricta, ya que son fuentes de acceso público.

En suma, los archivos se deben democratizar; deben de abrirse a los ciudadanos. Deben transitar de un modelo de archivo “criptocrático” (dominio de la opacidad) a uno democrático (dominio de la sociedad o de lo público).

Sin archivos democráticos no hay memoria, ni gobernanza, ni transparencia, ni rendición de cuentas.

Escuela Mexicana de Archivos

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