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Texto: José Antonio Sandoval Escámez
Diseño Web:
Miguel Ángel Garnica.
El 18 de julio de 1928, los papeleros y puestos de periódicos vendían EL UNIVERSAL que en su portada destacaba a ocho columnas la muerte del general Álvaro Obregón, presidente electo de México. En el cabezal se leía: “El asesinato del señor general Álvaro Obregón” ocurrido un día antes en el restaurante campestre La Bombilla, ubicado en San Ángel y a manos de José de León Toral, quien se hizo pasar como un caricaturista para acercarse al sonorense.
Portada de EL UNIVERSAL del 18 de julio de 1928 con la noticia a ocho columnas de la muerte del presidente electo, general Álvaro Obregón, ocurrido un día antes en el restaurante “La Bombilla”.
La muerte del general Obregón opacó otro acontecimiento y noticia de aquel día: la llegada de los restos del piloto mexicano Emilio Carranza, sobrino de Venustiano Carranza, quien había muerto cinco días antes en un accidente aéreo en Estados Unidos, considerado Héroe Nacional.
La relevancia de la noticia del asesinato fue tal que EL UNIVERSAL GRÁFICO publicó, además de la edición regular de la tarde, con un costo de cinco centavos, dos ediciones extra. La primera extra salió a las calles un par de horas después de la primera edición vespertina, la segunda extra apareció a las 21 horas, el mismo día de la muerte del general Obregón, la tarde del 17 de julio. Aquellos sucesos cambiarían el rumbo de la historia de México.
Tres portada de EL UNIVERSAL GRÁFICO del día 17 de julio de 1928. La primera de la edición regular de la tarde, las dos siguientes son ediciones extra que salieron a lo largo de la tarde con más información sobre el asesinato del general Álvaro Obregón. En la segunda se observan las últimas fotografías de álvaro Obregón exclusivas de esta casa editorial.
Este rotativo tuvo en exclusiva las últimas dos imágenes de Álvaro Obregón, las cuales fueron tomadas minutos antes de que lo asesinaran por el fotógrafo que firmaba como Cruz, en donde se le ve sentado con los invitados a una comida organizada por la diputación del estado de Guanajuato. La primera fue tomada con los diputados asistentes afuera de “La Bombilla”, y la segunda durante el banquete pocos minutos antes de morir por las balas de José de León Toral.
Según se menciona en la reseña periodística del 18 de junio de 1928, el general Obregón llegó antes de las 13 hrs. “… a bordo de un automóvil Cadillac…”, llegó de buen humor portando un traje gris y antes de la comida, el texto narra que “…se resignó a las exigencias de los fotógrafos…” y posó con los comensales.
El presidente electo, Álvaro Obregón, había perdido su brazo el 3 de junio de 1915 en la hacienda de Santa Ana del Conde, en Celaya, Guanajuato, desde entonces se le onocía como el “Manco de Celaya”.
La reseña habla del banquete y reproduce algunas menciones que hizo el general a los periodistas sobre una nota del día anterior a quienes dijo: “No alteraron mis conceptos. Los felicito. Porque hay periodistas- agregó- a quienes tengo miedo, porque todo lo enredan y me hacen decir lo que no he dicho”.
Se negó a tomarse otra fotografía con un grupo cercano, argumentando que “…me han invitado a comer, no a retratarme. Espérese para después de la comida, y ya verá que bien resulta ese grupo” declaro Obregón, sin saber que no llegaría al final de comida.
Sobre quien resultó ser el asesino, el diario afirmaba que era un dibujante de nombre Juan González (después se sabría su verdadero nombre) y que estaba haciendo caricaturas del general Obregón, las cuales se las enseñó a don Enrique Fernández Martínez para saber su opinión, después de esto se menciona que “…el asesino dio un paso, detrás de la gran pieza floral, debajo de la cual pasó, hasta llegar detrás del General Obregón, que estaba vuelto hacia su derecha, atendiendo al licenciado Federico Medrano.”, este fue el momento en que le mostró las caricaturas a Obregón.
El reloj marcaba las 14:20 horas cuando Obregón observaba las caricaturas, momento en que el asesino “…contando con que todos charlaban distraídos y que nadie vigilaba sus actos. Dio un paso a su izquierda, quedando detrás del licenciado Aarón Saenz, y violentamente sacó una pistola automática “Star”, calibre 35 y estando pie, disparó casi a quemarropa sobre el General Obregón, quien seguía sentado y le presentaba la espalda confiadamente”. Fueron 5 las descargas que recibió el general, mismos que le quitaron la vida.
El general Obregón cayó primero sobre la mesa, después se desplomó hacia el suelo, la confusión fue tal que los comensales pensaron que los disparos eran parte de la pieza que tocaba la orquesta. Los asistentes que se encontraban en la mesa de honor, lugar donde estaba el presidente electo, al percatarse de que Obregón estaba en el suelo sacaron sus armas de fuego, tal vez pensando que era una emboscada y se prepararon para defenderse.
Pero no era ninguna emboscada, habían asesinado al presidente electo Obregón, algunos de los más cercanos corrieron a atender al general, mientras el licenciado Aarón Sáenz intentaba reincorporar el cuerpo inerte de su jefe y amigo. Varios asistentes salieron a registrar el jardín, mientras el asesino “…se mantenía de pie, cerca de su víctima, anonadado, inconsciente”.
La crónica cuenta que el “presunto” diputado Enrique Fernández Martínez detuvo al asesino y forcejeo con él para quitarle la pistola, en ese momento hubo dos disparos más y el licenciado Federico Medrano ayudó a sujetar al pistolero, mientras el diputado Ricardo Topete por fin le arrebataba el arma. Se menciona que “aquella confusión fue terrible, emocionante”, varios de los asistentes comenzaron a llorar, otros agarraron al asesino mientras lo golpeaban, incluso se menciona que el general Otero corrió a patear al criminal.
Página siete del 19 de julio de 1928 de EL UNIVERSAL donde aparece la imagen del asesino material de Álvaro Obregón, José de León Toral.
Todo era confusión en ese momento, al grado de no saber si Obregón, que se menciona su cuerpo se encontraba en brazos de Aarón Sáenz, se escuchaba “-¡Está muerto!- gritaban unos, otros -¡No! ¡Está vivo!, alguien -¡Un médico, que todavía puede salvarlo!...”, pero era ya tarde, el asesino había cumplido con su cometido.
“¡Mátenlo!” se empezó a escuchar por parte de los presentes, al referirse al magnicida, quien no respondía ni a las preguntas, ni a los golpes que recibía, pero el diputado Ricardo Topete los persuadió para que no lo hicieran y así saber quiénes eran sus cómplices. El responsable fue sacado del kiosko donde se celebraba la comida y llevado a un automóvil para ser trasladado a la Inspección General de Policía, en el trayecto sólo mencionó que se llamaba “Juan”.
Los amigos del general que se encontraban en “La Bombilla” no daban crédito a lo sucedido. El diputado Manrique subió a una silla y cuenta que exclamó “Señores, definitivamente Obregón es el símbolo de la Revolución. Ha muerto a manos de los enemigos del pueblo. Ante su cadáver todavía caliente, juremos todos que sabremos sacrificarnos y salvar a la Revolución Mexicana…”, al finalizar el discurso todos gritaron “¡Viva Obregón!”.
Se dispuso por parte del licenciado Sáenz que se llevara el cadáver de Obregón a su casa en el número 185 de la avenida Jalisco, el cuerpo “lo transportaron en un automóvil los señores licenciados Sáenz, Orcí y Medrano, los diputados Topete y Manrique, y el general Otero”. A la casa llegaron los doctores Osornio, Cerisola y Gabriel Malda para tratar de salvarle la vida, pero quienes estuvieron en la comida dijeron que las heridas eran muy graves y que seguramente murió en el lugar o durante el traslado.
Fue a las 14:55 horas que se presentó el presidente Plutarco Elías Calles a la casa de la avenida Jalisco, no pudo ocultar su impresión, se retiró pocos minutos después para regresar a las 15:40 horas, durante este tiempo varios miembros de la familia y de la política se acercaron a la casa, además de hombres y mujeres del pueblo que no pudieron entrar por la gran vigilancia que impedía acercarse, señala el texto periodístico.
Entre las escenas curiosas del momento, se menciona la presencia de Valentina, una mujer que formaba parte de la servidumbre del general Obregón y a quien no se le permitió el acceso a la casa, este momento se narra de la siguiente manera:
“-¡Quiero ver a mi padre!- gritaba entre sollozos. Era mi padre…
Y sufrió un accidente [sic]. Y al recobrarse quedó llorando inconsolable. Y decía a todos que desde pequeñita estaba con el general Obregón, quien la trataba con mucho cariño.
-¡Era mi padre!- repetía.
Y yo lo quería como una hija. ¿Por qué no me dejan verlo?...”
Varias imágenes de lo que se vivió frente a la casa del general Álvaro Obregón el día de muerte y que fueron publicadas en EL UNIVERSAL del 18 de julio de 1928.
Junto con la crónica del asesinato del presidente electo se publicaba una entrevista exclusiva con el todavía presidente de la República, Plutarco Elías Calles, quien se menciona se encontraba “visiblemente afectado”; el presidente dijo durante la conversación que el general Obregón tenía planeado ese día ir a comer a su casa: “Hoy iba a comer conmigo, en mi casa, pero se interpuso la invitación que le hicieron y habíamos aplazado para mañana el comer juntos” señaló Calles.
Al referirse a su relación con Obregón, Calles decía que eran “amigos viejos y compañeros viejos” y que era un golpe duro para él, además de haber mandado un telegrama a todos los gobernadores y jefes de operaciones con la noticia, mismo que esta casa editorial reprodujo íntegro.
Después del crimen y de desalojar a los asistentes de aquel restaurante, los fotógrafos de EL UNIVERSAL tuvieron acceso a la escena donde ocurrieron los hechos y tomaron varias gráficas del lugar donde cayó muerto el general Álvaro Obregón. Los fotógrafos Vallejo y Ballesteros hicieron, además de las primeras fotografías del lugar de los hechos, realizaron “recreaciones” de lo ocurrido minutos antes del momento del asesinato, en ellas se aprecian a los dos fotógrafos, uno representando al general Obregón y otro al asesino José de León Toral.
Imágenes del restaurant “La Bombilla” antes y después del asesinato del general Obregón, se observa como los fotógrafos de EL UNIVERSAL lograron hacer la recreación del asesinato.
El día 19 de julio se mencionaba a ocho columnas en “El Gran Diario de México” que los restos del divisionario serían inhumados en Nainari, Sonora, además de publicar un manifiesto del presidente Plutarco Elías Calles sobre la muerte del presidente electo.
Primera plana de EL UNIVERSAL del 19 de julio de 1928, donde destaca la noticia de que el cadáver del general Álvaro Obregón será llevada a Sonora ese día, además de que la policía había descubierto la identidad del asesino.
Sobre las averiguaciones y la identificación del asesino, los reporteros de EL UNIVERSAL esperaron en la Inspección General de Policía por información, pero el general Zertuche, Inspector General de Policía mencionó que “no podía aún proporcionales datos del asunto, a efecto de no entorpecer las investigaciones que se están realizando”.
Lo que sí lograron conseguir fue el nombre del criminal de “La Bombilla”, se trataba de un joven de veinticinco años de edad de nombre José de León Toral, quien publicaron “prestó hace tiempo sus servicios en una negociación como dibujante y entre las pruebas a que fue sujetado en la Inspección para conocer su personalidad, hubo la de hacérselo dibujar, produciendo un buen trabajo de ese género”.
También se dice que en exclusiva EL UNIVERSAL obtuvo los nombres de sus familiares, Aureliano de León, su padre; María Toral de De León, su madre, y Paz Martín del Campo, su esposa.
Además se detuvo a uno de sus primos de apellido Toral. Sobre cómo se obtuvo el domicilio de la familia León Toral por parte de la Inspección de Policía “fue averiguado gracias a un pequeño papel que llevaba José en el bolsillo y correspondía a una sastrería en donde le planchaban sus trajes”.
Varias son las imágenes que se presentan de los funerales realizados en Palacio Nacional y del cortejo fúnebre que trasladó los resto de Obregón a la estación Colonia, desde donde serían llevados en el tren presidencial a Sonora, su estado natal, además esta casa editorial obtuvo una gráfica de la máscara mortuoria del general Obregón, la cual fue realizada por los escultores Fernández Urbina y Asúnsolo.
Imagen de la llegada del cadáver del General Obregón a Palacio Nacional donde fue velado en el Salón de Embajadores.
Para el día 20 de julio de 1928, EL UNIVERSAL destacaba las manifestaciones de duelo por parte de la población, por donde pasaba el tren con los restos de quien fuera ya presidente electo; además, resaltaba las investigaciones que hacía la policía sobre el asesinato del revolucionario.
Durante cinco días EL UNIVERSAL y EL UNIVERSAL GRÁFICO dieron cobertura en primera plana de estos sucesos. Como parte de la información se publicó que a causa de las fuertes lluvias registradas, el río Santiago destruyó un puente, por lo que el tren mortuorio no podía llegar a Navojoa, Sonora, y permaneció en Tepic, Nayarit, donde se tomó la decisión de embalsamar el cadáver “como medida precautoria en vista del retraso con que se ha hecho el viaje y de que sopla una intensa onda cálida a lo largo de la costa”.
Otro dato que se daba a conocer fueron las declaraciones de los senadores Juan de Dios Robledo y Antonio Valadez Ramírez, quienes mencionaron que un año antes, el 17 de julio de 1927 en el estado de Jalisco, el revolucionario dijo “que el enemigo lo atacaría por la espalda”, tal y como ocurrió un año después en “La Bombilla”.
Primera plana de EL UNIVERSAL del 20 de julio de 1928, donde se habla del traslado del cuerpo del presidente electo a su natal Sonora, además de las investigaciones sobre su asesinato.
Hoy en el mismo lugar en San Ángel de esta capital, donde alguna vez estuvo el restaurante “La Bombilla” y que incrementó su fama por aquel acontecimiento, fue inaugurado por el presidente Lázaro Cárdenas en 1935 un monumento, siete años después de la muerte del divisionario sonorense, diseñado por el arquitecto Enrique Aragón Echegaray y decorado con estatuas de Ignacio Asúnsolo, en recuerdo al general Álvaro Obregón.
Imagen actual del monumento a Álvaro Obregón conocido como “La Bombilla” donde antes estuvo el restaurant del mismo nombre.
Fotografía principal:
Imágen de Álvaro Obregon en 1927 durante un mitín en Jalisco en campaña para su reelección.
Fotografías:
Archivo Fotográfico y Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Fuente:
EL UNIVERSAL 18, 19 y 20 de julio de 1928; EL UNIVERSAL GRÁFICO 17 y 18 de julio de 1928.